Es sabido que con el referéndum se busca la expresión y participación de la voluntad popular a través de un acto de ratificación o de aprobación, o de decisión. En donde se consulta al pueblo para que mediante votación se pronuncie a favor o en contra de determinadas decisiones o propuestas gubernamentales o políticas.

Para Chanamé Orbe (2009: 249) y otros estudiosos del derecho constitucional el referéndum se aplica a los actos de naturaleza normativa: promulgación o formación de leyes; entre ellas, la constitución política, Ley de Leyes, el referéndum para la aprobación de la Constitución en su integridad, como un solo cuerpo orgánico, es condición indispensable para su promulgación y la legitimidad de las normas, sistemas y principios en ella contenidos.

Pero para nuestro “querido Presidente” es más solo un acto para posicionar su hegemonía en la política nacional. Digo esto por el “gran proyecto” de someter a referéndum demagógico cuatro ejes temáticos constitucionales como: 1) aprobar la reforma constitucional sobre la conformación y funciones de la Junta Nacional de Justicia, antes Consejo Nacional de la Magistratura; 2) Aprobar la reforma constitucional que regula el financiamiento de organizaciones políticas; 3) aprobar la reforma constitucional que prohíbe la reelección inmediata de parlamentarios de la República; y 4) Aprobar la reforma constitucional que establece la bicameralidad en el Congreso de la República.

Bien lo dice la RAE al decir que se habla de demagogia cuando hay una degeneración de la democracia, cuando los políticos mediante concesiones y halagos a los sentimientos elementales de los ciudadanos tratan de conseguir o mantener el poder. Claramente, este último se ve reflejado gracias a los últimos acontecimientos dados por ODEBRECHT y sus consorciados que permitió al “ilustrísimo presidente” tomar como su eje bandera “La Lucha Contra la Corrupción” y llevar de la mano con eso “El Gran Referéndum”, a pesar que se vio inmiscuido en los negociazos de Chincheros.

¿Me preguntaba si con “El Gran Referéndum” vamos a combatir “La Llamada Corrupción” o es solo un mero acto de tocar el sentimentalismo peruano y buscar nuevamente estar en el poder por un par de años más? Se tiene que recordar que lo mismo pasó en Venezuela con Hugo Chávez y miremos ahora su panorama. Claro, no hubo referéndum pero Chávez de a poco comenzó a cambiar sus leyes usando el sentimentalismo populista venezolano.

Pregúntense si realmente quieren eso para sus vidas o para la vida futura de sus hijos o sus descendientes. Se les recuerda, nuevamente, que estas modificaciones constitucionales tienen que ser consensuadas entre los tres poderes del Estado peruano (ejecutivo, legislativo y judicial) y la ciudadanía; más no  tiene que ser usado como un armamento a favor de un solo poder para buscar la continuidad de un supuesto gobierno “libre de corrupción”.

Por este motivo, este 9 de diciembre, yo marcaré 4 VECES NO, para no dar continuidad a “los abanderados de la lucha contra corrupción”.