Leía una entrevista al escritor norteamericano Jonathan Frantzen tras su reciente publicación, en castellano, de un libro de artículos. Para muchos es uno de los escritores más relevantes en los Estados Unidos de América. En la entrevista en tono de reproche decía a los activistas del medioambiente que dejaran de mentir sobre el cambio climático porque los daños al medioambiente son ya irreversibles, que mejor fijaran su vigilancia en cosas muy puntuales como salvar a especies en vías de extinción. Me llamó la atención su postura frente al cambio climático si no podemos salvar a todos aunque sea salvemos a uno. Me recuerda a la guasa de mi época que decía un pata decía a otro ¿por qué no te preocupas del avión que se está cayendo? El otro con mucha flema respondía ¿para qué acaso el avión es mío? Es una ética como la que postula este escritor norteamericano frente a lo que se viene la de un sobreviviente de valores muy individuales, con ribetes de solipsismo. Me encierro y salvo lo que puedo o quiero. No creo que la posición más adecuada de cara a lo que se viene como consecuencia del riscaldamento climatico (calentamiento climático) sea la de Fratzen. Lo que sí podemos colegir sí que es una posición más cómoda pero con una posición más cómoda como la que él postula deja que la casa se queme por entera todo. Esta posición se parece, y mucho, a la del relato evangélico del Arca de Noé, en el cual Noé dio acogida a cada una de las especies que sobrevivían frente al diluvio que se avecinaba ¿es que ha ganado el desencanto de Fratzen?, ¿es una posición de un ciudadano de un país económicamente desarrollado que le importa él y poco lo que pasa en el mundo?, ¿Acaso no se puede hacer nada o algo más? Es como decir, resignadamente, apaga y vámonos a guarecernos porque se viene el apocalipsis y que nos coja confesados.

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