Derecho y Ciencias Políticas

Que los jóvenes aprendan política, que vivan política, que practiquen política. Que se conviertan en actores políticos y que griten recordando a González Prada “los viejos a la tumba, los jóvenes a la obra”.

ESCRIBE: Jaime Vásquez Valcárcel

Estar en la universidad siempre será cosa de locos. Una locura cuerda, si permiten la contradicción. Pero hoy la universidad peruana está en crisis y se recuerda con más nitidez aquello que sirvió de título de uno de los libros de Luis Alberto Sánchez: “La universidad no es una isla”. Aunque ahora ni los apristas ni izquierdistas se preocupan por leer ni a LAS ni a quienes teorizaron la política peruana en las primeras décadas del siglo pasado.

Iquitos no es la excepción. Aún cuando en la capital loretana existe una Facultad de Derecho y Ciencias Políticas y otra de Derecho únicamente donde, se supone, tendría que estar la juventud ávida de conocimientos sobre a política. Que los jóvenes aprendan política, que vivan política, que practiquen política. Que se conviertan en actores políticos y que griten recordando a González Prada “los viejos a la tumba, los jóvenes a la obra”.

Por eso cuando el legislador izquierdista Javier Diez Canseco, formado en los avatares universitarios de la discusión entre el capitalismo y el proletariado, afirma que para evitar que grupos ligados a los terroristas capten e jóvenes en las universidades, los políticos tienen que ir a los centros de estudios y dialogar con los estudiantes está dando una cachetada a sus propios seguidores. Porque él sabe perfectamente que la primera gran lucha que tiene que darse a los grupos terroristas es en las universidades. Allí tenemos que ganarles.

Porque, ojalá nunca suceda nuevamente, hay que recordar que la primera batalla ganada por Abimael fue en las aulas universitarias de Ayacucho. Incluso en las aulas escolares. Recuérdese bien que algunos compañeros que abrigaban el pensamiento “Gonzalo” llegaron desde los claustros serranos a sembrar su terrorismo en la UNAP y en los colegios de Iquitos. Hay nombres y apellidos que personifican esa incursión malévola. Por eso la advertencia de quien conoce muy bien la acción de los terroristas sobre el debate que debe darse en el espacio donde están los jóvenes y realizar actividades en la universidad, en los centros de educación al mismo tiempo de contar con mecanismos que nos permitan recuperar la historia es oportuno.

En ese mismo sentido se ha expresado el presidente del Tribunal Supremo Militar Policial, Carlos Mesa Angosto. Ha pedido a los partidos políticos que tengan mayor presencia en las universidades, a fin de restar espacio a la aparición de grupos extremistas y pro terroristas. Y basta recorrer los pasillos universitarios de Iquitos para comprobar que existe una ausencia de los grupos políticos. Y en ese terreno es fundamental que se comience un trabajo serio sobre ideología y política. Solo que si ese terreno es copado por los extremistas no pasará muchos años en que estemos lamentando acciones violentas. Quienes hemos sufrido la hostilidad callejera y académica de los terroristas estamos en la obligación de alertar de un regreso tenebroso. Lo demás corresponde a los grupos políticos.