París

ESCRIBE: Jaime Vásquez Valcárcel

Los Campos Eliseos lo recorrimos de día, ni bien llegados a Paris. Y también de noche, al final de la jornada. Y es que, según los consultados, esa calle tiene que ser recorrida en la claridad natural y en la iluminación artificial. Mejor si no se come, al menos los latinoamericanos. Porque con el costo de un almuerzo personal medio tela en el centro de Paris uno puede alimentar a toda una familia -y más- durante todo el día. Así de diferente es el costo de vida. Un europeo puede vivir sin ningún apuro en América con el sueldo de Francia pero es imposible que un americano siquiera pueda arrendar una buhardilla con la remuneración peruana.

Los Campos Eliseos conducen al Museo de Louvre. Pura geografía. Pero, ajá, en ese museo está La Venus de Milo y, como si fuera poco, también La Gioconda, la Monalisa. Poquita cosa. Menos de un metro cuadrado de inmortalidad. Es uno de los cuadros más pequeños del museo pero el más visitado. Asiáticos, europeos, americanos aprecian los trazos de Leonardo da Vinci. Recorrer todos los ambientes del museo puede demorar varios días. Si uno quiere apreciar en toda su plenitud los cuadros donde los santos, apóstoles, Jesucristo y personajes religiosos que motivaron estas expresiones tiene que tomarse su tiempo. Todo lo que se pueda decir es una pequeñez ante la grandiosidad de las obras.

Pero no solo es cuestión de pintura. Porque si de algo tienen que sentirse orgullosos todos los europeos es que desde siempre han sido la luz que ilumina las expresiones artísticas. Letra, música, pintura, cine, tienen un paradero en las calles parisinas. Una emblemática es la calle de de Saint-Germain-des-Près, donde es inevitable tomarse un café, literario de punta a punta. Claro que si uno se detiene en la conversión del nuevo sol corre el riesgo de convertir al café en una bebida aún más amarga. Esas calles han sido frecuentadas por los grandes escritores como Sartre, Simone de Beauvoir, Marguerite Duras, Ernest Hemingway y Truman Capote. Nada menos. Para no reiterar a Gabo y Marito, Ribeyro y Cortázar. Y por eso se explica que Paris sea una de las ciudades con mayores menciones en la literatura universal. Cualquiera que haya leído algo en su vida relaciona Paris con las letras. Ya en “Los miserables” se deja notar con la maravilla humanizada de Víctor Hugo y también en las obras de Henry Miller en los primeros años del siglo anterior.

Ante el peligro que este artículo se convierta en una relación interminable de autores y obras solo remato: Luego de visitar Paris me he sentido más feliz y eso que he tenido un desliz que, si me atrevo, les comentaré en los próximos días.

1 COMENTARIO

  1. no olvidemos que nuestro Cesar Vallejo también estuvo por ahi, y murió en un hotel que hasta hoy tiene resgistrada una placa que vivio y murio en el mismo.

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