El escritor Gerald Rodríguez, considera que el libro «El país de los errantes», es una magnífica novela que entrelaza la historia del Perú a través de la violencia que se ejerce contra los pueblos de los Andes y de la Selva.

En la obra el personaje principal es la familia descendiente de Julio C. Araña, quienes están ligados con una maldición que deciden romper cuando traen su cuerpo desde Lima hacia Iquitos.

Aborda la violencia en el Perú, vista y vivida desde la Amazonia, y vista desde el Perú profundo, que, mediante una descendencia negada y marginada, linaje de Julio C. Arana, se puede conocer la violencia de los últimos 100 años.

“El país de los errantes, es una novela que busca responder, más allá de la época del caucho, a cómo es que se hizo un país lleno de violencia”, destacó. 

Por otro lado, el libro que publicó editorial Tierra Nueva, desarrolla la historia de Arana como personaje vivo hacia el futuro y descubre que en sus terrenos existe una invasión de indígenas que creen que está destinada a la construcción de la Tierra Santa, donde se desarrolla un conflicto.

La Corte Superior de Justicia de Lima sentenció a 2 años de pena privativa de la libertad suspendida a Janet Zevallos Salazar, por el delito contra el patrimonio en la modalidad de suplantación de identidad en agravio de Sintia Cachay Lescano.

Ante el Vigésimo Segundo Juzgado de Investigación Preparatoria, la sentenciada aceptó la responsabilidad de haber creado un perfil falso de la agraviada, actual pareja de su ex enamorado.

La instancia judicial comprobó que el perfil creado en la red social Facebook estaba vinculado al número telefónico de Janet Zevallos.

Este caso representa un claro ejemplo del rigor y efectividad con la que la Corte de Lima, a través de sus juzgados penales, procesan los delitos que deben sancionarse con la máxima celeridad y eficiencia.

Para reportar una suplantación de identidad en Facebook, lo primero que debemos hacer es ponerlo en conocimiento y denunciarlo en la propia plataforma, que cuenta con mecanismos para ello. Incluso podremos denunciar un perfil o página falso si no tenemos cuenta en Facebook nosotros mismos.

El profesor Aldo Ahuite Muñoz, director del colegio Raimondi mostró su preocupación, pues los ambientes del plantel se ven afectados cada vez que llueve. 

El agua que ingresa a las aulas termina inundándolas y genera un foco infeccioso. Los más afectados son los salones del nivel inicial. 

«El agua ingresa por todos lados, este canal se desborda y literalmente es un río. Aparentemente hay problemas con la matriz del alcantarillado que no deja que discurra bien el agua, estoy desde el 2015 y siempre hemos hecho gestiones para la reconstrucción del colegio por ese problema y hasta ahora estamos esperando», comentó.

Cada aula alberga a unos 50 y 60 estudiantes en ambos turnos, quienes deben ser trasladados a ambientes provisionales cada vez que ingresa el agua, cuya marca se aprecia en las paredes.

El patio y los juegos no pueden ser utilizados por los pequeños, pues a decir del director, se convierte en un río producto de las precipitaciones. 

«En la gestión de René Chávez hemos podido llegar hasta la plataforma OSCE, pero por descuido del gobierno regional no actualizaron los documentos y el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) desactivó el proyecto. El 2 de abril están haciendo la solicitud para que nuevamente se active», manifestó.

Ahuite Muñoz teme que conforme avance el tiempo, las autoridades se despreocupen del problema y olviden los trámites, o lo que es peor se desactualicen. Esperan que los puedan apoyar con hidrojet para descolmatar el desagüe.

*El joven iquiteño pasó de vender 38 frappuccinos a más de 200 bebidas. Hoy incursiona con los «traguccionos» de sabores regionales.

«Me siento feliz de haberlo hecho… Al inicio en una feria vendí 38 frappuccinos y actualmente vendemos más de 200 en cada feria», comentó Jhony Da Costa, quien a sus cortos 22 años ha demostrado que el éxito corre por sus venas. 

Es propietario de Mr. Frappé, un negocio virtual que «raya» en ventas ofreciendo los sabores de camu camu, cocona, de oreo, mocca. Y sus famosas creaciones «traguccionos» que llevan pisco, tequila o vodka, como «Guacamayo Azul» a base de toronja y cuyo fin es concientizar sobre el peligro de extinción de esta ave, «Selva Ardiente» a base de mullaca, «Amor Hilandero» con camu camu, entre otros sabores que destacan su amor por la Amazonía, símbolo característico de la marca.

Junto a él trabajan siete personas e inició este emprendimiento a los 17 años, impulsado por su hermano quien aprendió la receta del frappuccino en un curso de gastronomía. El negocio ha llevado a qué actualmente lleve cursos de coctelería.

¿CÓMO LO LOGRÓ?

«Compramos insumos y finalmente a los 17 años incursioné en el mundo del negocio con tan solo 50 soles. No existe fórmula para emprender, es un camino muy largo, es ser constante y persistente. Cuando eres emprendedor aprendes a manejar redes, personal y de todo un poco porque tú eres el núcleo principal de tu negocio», contó a Pro y Contra.

Después de superar muchos obstáculos, considera que lo más difícil fue llevar una carrera a la par de su emprendimiento, porque tuvo que buscar el equilibrio perfecto. «Casi jalo algunos cursos por mi negocio. Yo apoyo a emprendedores en algunas ferias y muchos te miran como muy joven e inexperto, porque ya en Iquitos hay grandes empresarios», dijo el egresado de Administración de la Universidad Nacional de la Amazonía Peruana (UNAP).

El joven empresario fue colaborador en el avant premier de la película Isla Bonita y hace poco participó en un casting de Willax para el reality «Posible» y en diferentes ferias en Lima que permitieron que Mr. Frappé posicione su nombre.

«Hay que saber dónde vas a dar el tiro, porque cualquiera te va a decir que auspicies tal cosa, pero debes saber cuál es tu público, que es lo que buscas y finalmente a qué acuerdo llegas con esa persona», dijo. 

Jonhy recuerda que, en sus inicios, casi vende dos de sus propias recetas por 20 soles, anécdota que hubiera sido el fin de su exitoso negocio. «Lo quería vender porque sentía que no iba a llevar a la par mi negocio y la universidad, pero no fui porque mi mamá me dijo para que vas a hacerlo», añadió.

«No fui el mejor alumno del salón, quizá muchos me van a recordar como el chico que aprobó con 11 o con 12, pero con esas notas lleve la práctica de administración en la vida real», precisó.

Mr. Frappé anunció que celebrará sus 5 años con grandes sorpresas. Puede seguirlo en sus redes sociales y apoyar el negocio contactándose vía WhatsApp al 933 702 762.

* Nuevamente editorial amazónica apuesta por los jóvenes dedicados a la literatura.

“Ashishita”, es el título del libro del joven escritor Alejandro Vásquez Trigozo que también es director teatral y participó con un cuento en el libro “La ciudad son tus arterias” que tuvo como compilador a Paco Bardales. “Ashishita”, además fue llevada al teatro y fue estrenada hace poco en el auditorio del colegio San Agustín.

Les presentamos una parte del libro.

La historia antes de la historia

Hace mucho, mucho tiempo atrás, existían dos mundos muy distintos: el mundo de los Seres Humanos y el mundo fantástico de los Seres Ancestrales.

A pesar de sus diferencias, ambos mundos compartían armónicamente las tierras amazónicas y disfrutaban de los recursos naturales ilimitados otorgados por la Madre Naturaleza, creadora suprema de todo lo existente.

Por siglos y siglos, la convivencia fue pacífica, comunitaria, solidaria. Humanos y Seres Ancestrales procuraban ayudarse mutuamente.

Esa armonía, sin embargo, no duró para siempre. Un día, cierto cazador humano se apoderó de la tierra que pertenecía a una familia ancestral. Allí mismo, el cazador empezó a armar su casa, delimitar sus chacras, llenarlo con objetos y bienes materiales, sin ningún permiso ni diálogo previos.

Los demás hombres y mujeres siguieron el mal ejemplo; llenos de codicia y egoísmo, se apropiaron violentamente de los árboles, los animales, los ríos, los cielos, dejando de lado a los Seres Ancestrales, apartándolos del vasto bosque.

Los Seres Ancestrales respondieron con ira. Se volvieron más hostiles y retraídos, alimentaron de rencor sus almas; ahuyentaron a los humanos que osaban acercarse a sus dominios, mostrándoles sus rostros más feos y sus cuerpos más deformes.

Ambos mundos se vieron de pronto enfrentados por el dominio de la selva. Se libraron batallas interminables, en donde vidas inocentes se perdieron. Para evitar la destrucción total, la Madre Naturaleza creó un muro invisible, que separaba ambos bandos. Por un lado, estuvieron los Seres Humanos. Por el otro, los Seres Ancestrales. En medio de esa barrera creció el Gran Árbol de Lupuna, último símbolo de lo que en algún momento fue una sola Amazonía. Esta zona fronteriza tuvo una nueva denominación: El Bosque de las Leyendas, lugar mágico, oculto en medio de los árboles.

Si alguien osaba transponer los límites sin permiso, un encantamiento de la Madre Naturaleza transformaría a cada criatura en algo opuesto a su esencia física. La Madre Naturaleza advirtió que el encantamiento sucedería solo con la condición de que el ser encantado pudiese tener una mejor existencia emocional y espiritualmente que en su anterior condición.

Ambos bandos juraron jamás cruzar los territorios que se les había asignado; procuraron no verse nunca más. El odio y el resentimiento reinaron en sus corazones. Nunca en la historia, Seres Humanos y Seres Ancestrales se habían parecido tanto en rencor y testarudez.

Por cientos de años, hubo silencio y vacío en El Bosque de las Leyendas, hasta que una noche, de repente, un canto, que más que canto parecía llanto, retumbó.

¡Ayay-mamá! ¿Dónde estás, mamá?

Era el llanto de una niña que, desesperada, llamaba a su madre, con la esperanza de reencontrarse con ella al amanecer. Era un lamento nostálgico, anhelante. Así sucedió por muchos días y noches, pero al salir el sol, nada sucedía y el dolor seguía presente.

La Madre Naturaleza escuchó aquella prédica, vio dentro del corazón de la niña perdida y se conmovió, pues descubrió que había sido abandonada por su progenitora humana, quien se la entregó al bosque en un arranque de desesperación y locura.

La Madre Naturaleza intervino para calmar aquel candoroso dolor. La niña perdida fue transformada en la ayaymama; un ser mitad ave, mitad humana, capaz de volar por encima de los árboles y traspasar las fronteras del Bosque de las Leyendas. Un ser particular que pertenecía a ambos mundos y al mismo tiempo a ninguno.

Lo más sorprendente de aquella pequeña ayaymama era su canto.

Un canto que luego se volvió su nombre.

Un canto que pronto se convirtió en su destino.

La Madre Naturaleza estaba segura de que los Seres Humanos iban a tener muchos problemas con aceptar a la pequeña, porque para ellos todo lo diferente siempre resulta extraño, peligroso, de mala suerte. La Madre Naturaleza decidió, entonces, que el Señor Urcututu, gran sabio y conocedor de los misterios ancestrales, fuese su protector y tutor.

El Señor Urcututu acogió a la ayaymama con mucha bondad y afecto. Al verla por primera vez, le dijo que debía tener un nombre. Viendo su pequeña estatura y su rostro curioso, decidió inmediatamente.

-Te llamarás Ashishita.