ESCRIBE: Jaime A. Vásquez Valcárcel

* Ya que no hicimos nada por el aniversario de la gesta de Lores del 26 de marzo de 1933 podríamos hacer algo el 27 de abril celebrando que ese día en 1906 nació en nuestro territorio.

Iquitos, como la mayoría de ciudades peruanas y varias del extranjero, es una hechura de lo foráneo y oriundo. Lima es eso con sus europeos, provincianos y todas las razas que se juntan y se repelen. La ciudad de los reyes, tuvo como emblema a un señor Francisco Pizarro que de criar chanchos en su tierra natal pasó a ser un ejemplo de natalidad uniéndose a peruanas sin que el país aún se formara. Esa misma Lima tuvo al francés Petit Thouars como defensor ante el bombardeo de los invasores, razón suficiente para que una avenida lleve su nombre. En Iquitos hemos tenido a peones que salieron de sus pueblos como tales y tan sólo llegar a esta tierra se convertían en patrones y de esta forma procrearon una prole que, en la mayoría de los casos, al juntarse con ribereñas expandieron la familia más no así la riqueza en sus herederos. Así tenemos un “rey de los jíbaros” como Alfonso Graña que se fue por ese pueblo luego de no tener más alternativa porque mató a un compañero. Tenemos otro de nombre Carlos Fermín Fitzcarrald a quien le bastó pocos meses para amasar fortuna unido a un boliviano y ante su temprana muerte fue catalogado como pionero de la unión territorial sin importar lo despiadado que era por la codicia que llevaba en la sangre. Uno de los nuestros, Fernando Lores Tenazoa, ha tenido una participación heroica en el combate de Gueppi y hace poco se recordó su hazaña y han sido pocos los que le dieron la importancia que tiene. Ni los militares, claro es que nuestro héroe es de la plana menor, subalterno pues, y allí se explica la ignorancia de los oficiales, con el general jefe del Oriente a la cabeza.

Hoy se puede notar en diversos campos, seguro por esa explicación histórica de la presencia extranjera en el territorio nacional y amazónico, que muchos rinden pleitesía absurda a lo foráneo a pesar de lanzar un discurso de respeto y rescate a lo oriundo. Cuando uno se pide que miremos con mayor detenimiento a los oriundos algunos creen que pretendemos negar el aporte de los foráneos. Nada de eso. Absurdo fuera. Lo que se exige es que demos el lugar que se merecen los nuestros, en algunos casos aportantes mayores a lo que hoy es Loreto. La semana pasada se debió recordar con toda la importancia que su hazaña merece la gesta de Fernando Lores Tenazoa. Sin embargo, la fecha fue celebrada tenuemente y los militares, que deberían ser los primeros en la celebración, se han unido a una que otra actividad organizada con una simpleza lamentable por la Municipalidad Provincial de Maynas. Tratando de encontrar explicación a esta omisión encontré datos vitales en donde los foráneos fueron protagonistas de nuestra historia. Para bien, también para mal.

No sólo Íbico Rojas, trujillano él y principal estudioso de su legado, sino los que conocen parte de su historia, coinciden en señalar que Blas Valera era un ser brillante, sacerdote iconoclasta y que se eleva a mayor categoría del mismo Garcilaso de la Vega. Pero, claro, es amazónico y ni sus colegas se han encargado de darle el lugar que se merece. Fue un jesuita discriminado por su propia Orden. Porque entre los ordenados sacerdotes se tejen las más terribles envidias y egoísmos que lo podemos ver en los curas que caminan por las calles de Iquitos por estos tiempos predicando con el mal ejemplo. Íbico Rojas dedicó más de siete años a estudiar a este amazónico excepcional y no ha podido convencer ni a “los académicos” para que le sigan la cuerda.

Mientras nos sigamos mirando como si fuéramos enemigos no va a cambiar esta situación. Y tendremos que observar las celebraciones de las hazañas de nuestros héroes con la indiferencia de siempre. Eso sucede porque ni en los colegios ni en la universidad existe una dinámica de conocimiento de lo oriundo. Y eso que en varios colegios y facultades universitarias quienes ofician de directores se autodenominan progres y solo pueden mostrar resultados involutivos en el resumen de sus gestiones. Es urgente elaborar un calendario de celebraciones donde se combine lo foráneo con lo oriundo dando a cada personaje el lugar que se merece y elaborando biografías que humanice a los protagonistas y no los santifiquen porque, ya lo vemos, hasta la santa Iglesia Católica carece de santidades. Ya que no hicimos nada por el aniversario de la gesta de Lores del 26 de marzo de 1933 podríamos hacer algo el 27 de abril celebrando que ese día en 1906 nació en nuestro territorio.

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