La Amazonía tiene la fama, ganada a pulso, de ser levantisca. Estas rebeliones eran contra el gobierno central y su patológica centralización cada vez más asfixiante a lo largo de la vida republicana. Ese centralismo era y es tan tóxico y hegemónico que ha aplastado las ideas sobre la descentralización o de las banderas federalistas de las que se enorgullecían tanto en este lado del patio de aguas. Es muy lamentable que por estos tiempos no haya un partido regional fuerte y con ideas propias desde estos márgenes. Han inclinado la cerviz y se han bajado los pantalones frente al centralismo, lo podemos ver en la actual representación parlamentaria, todas y todos los representantes pertenecen a partidos centralistas o limeños. Lo que existe en la manigua son rezagos del viejo y rancio caudillismo en la vida social. Estas ideas, las de descentralización, están de “capa caída” como diría mi madre. Lamentablemente, tampoco en la floresta, desde dentro, hay un movimiento cívico que beba ese fermento rebelde con relación al centro. La región se ganó la fama de resistencia al fujimorato en los años 1990 sobre todo en la negociación de límites con Ecuador y en algunos aspectos de descentralización. Duró poco. Luego, de la noche a la mañana, los votos mayoritariamente se fueron para los denostados Fujimori. Así somos de bipolares en este rincón de la floresta. Los odiamos en un momento y luego les llenamos de besos y carantoñas. A pesar de estos baches la notoriedad levantisca viene de lejos y que está a lo largo de la vida republicana como la rebelión del militar Cervantes. En pleno Putumayo  y con las atrocidades de los caucheros, de acuerdo con el juez Valcárcel, hubo la rebelión de Katenere – esta motín ha sida silenciado por los antropólogos (esos traperos de la historia diría Lévi-Strauss en una célebre conferencia) interesadamente, creen que es una invención criolla. En los tiempos de la goma también hubo rebeliones, pequeñas, como la encabezada por un judío de apellido Cazes, había un cónsul con ese apellido también por esa época ¿era el mismo o eran parientes?, contra los excesivos impuestos de Lima y pedían los rebeldes que los impuestos se quedaran aquí para el desarrollo de la región, fue de varios días pero luego decayó. Es decir, tenemos suficiente historias sobre las rebeliones que podrían ser hitos para repensar las ideas sobre el centralismo y sus magras consecuencias para el desarrollo de esta región. Pero estamos en otra.

P.D. Hablando de algaradas en los tristes trópicos, viví muy de cerca una rebelión en Contamana, el pueblo organizado y muy enardecido pedía el cambio de las autoridades judiciales. Pudo la presión popular porque lograron cambiar a algunas autoridades judiciales.

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