La vida nos da puntadas por donde uno menos piensa que eso pueda ocurrir, y claro, te quedas de piedra. Desde hace unos años en un Ayuntamiento de la península una Alcaldesa fue cuestionada por casos de corrupción. Cuando se destapó, periodísticamente, el caso, el Ayuntamiento y los que le representaban olían a hez. Esto ocurría en el mismísimo partido conservador – que para el peruano Nobel de Literatura, la corrupción no le incomoda si son de sus amigos. Entre los cargos judiciales que tenía que afrontar era el de financiamiento irregular para el partido durante las campañas electorales. El modus operandi del partido conservador estaba muy aceitado y funcionaba de maravillas hasta que les pillaron con las manos en la masa. Es más, en los buenos tiempos a esta concejal entre las frases más zalameras le dijeron que era la Alcaldesa de España, seguro que creyó tanta marrullería. Pero cuando reventó el escándalo el mismo partido la excluyó de sus filas – es decir, la quitaron de los puestos claves y la protegían como podían como nombrándola senadora por la cuestión de aforamiento. La suerte de esta concejal pasó de la adulación más rastrera al desprecio público, la hicieron pasar por una muerte civil como pasaba en el caso de las dictaduras comunistas nadie se acordaba de ella, un pocos más y quemaban la hemeroteca con información relacionada con esta líder. En las fotos de Stalin los personajes que fueron defenestrados desaparecían de las fotografías con el tiempo. Era desde ya un personaje incómodo para estos liberales mediterráneos que viven de las ubres del Estado benefactor. En este contexto, un día antes a su muerte un joven dirigente conservador ante una pregunta sobre ella dijo que no hablaba de la susodicha porque no pertenecía al partido, sí, la anularon civilmente. Así contado, esto parece un caso de cine, ma é vero. Al día siguiente la Alcaldesa de España, según sus palafreneros, murió de un ataque cardiaco en un hotel al frente del Congreso de los Diputados en Madrid. Ante la muerte, quizás por miedo, todos somos buenos. Y los mismos conservadores que la habían echado del partido – en clara muestra de culpa, salían a reivindicar a la difunta. Entre las perlas contra la memoria dijeron que lo que pasó ella fue una auténtica cacería de los medios de comunicación hacia la concejal, le cantaban la santidad entre otras disparates, pero sí hasta hace dos días la habían dejado sola y casi morir a su propia lideresa. La vida nos da sorpresas, decían la salsa de Rubén Blades. Sí, sorpresas y bastonazos en la memoria.

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