En los arrabales más lejanos de Júpiter, el planeta que en este año de 4102 está siendo colonizado por humanos ávidos de aventura, pudo refugiarse al fin la doctora Laura Boso. No había ya ningún lugar para ella ni en la Tierra, ni el obsoleto Marte, ni en ningún otro lugar del universo descubierto o por descubrir. El último sitio donde quiso quedarse fue la ciudad de Iquitos. Convertida en arrepentida predicadora de las buenas nuevas, mostrando un rostro sumiso, implorando al cielo el perdón eterno, contrató los servicios de una televisora local y en un programa de hora punta tronaba en contra de los pecadores, los degenerados, los sodomitas, los que deseaban a la mujer ajena, los que comían la comida del pobre, los que no sabían que éramos corrupción y polvo de los siglos.

En ese fanatismo exagerado entraba en trance, se azotaba con látigos y varas de policía, se clavaba la corona de espinas a martillazos y salía cargando la cruz del calvario a recorrer las calles principales de esa urbe sumamente religiosa. En la penitencia iba y venía arrojando terribles acusaciones contra los vicios y, de pronto, se embarcaba en un motocarro y de frente se iba a ciertos bares donde encontraba chupando a escolares uniformados y hasta dando examen. Salía rugiendo,  y sin soltar el madero, a pararse en cualquier esquina y veía horrorizada cómo se violaban las reglas de tránsito, como los conductores de vehículos hablaban por celulares y comían a la vez, cómo desprevenidos asaltantes eran asaltados por algunos malos policías.

En los antros del histerismo ingresaba al  encontrarse con algún antiguo televidente que le recordaba con nostalgia sus aberrantes programas. Las cosas nunca son lo que parecen. La sospecha de que algo no funcionaba en el nuevo papel penitente de la doctora fue cuando fue vista chupando, bailando y piropeando a los varones en una playa cercana a Mishana. Su novio vivía por allí y todavía no había podido encontrar trabajo estable. El citado poco tiempo después huyó llevando todos los ahorros de la doctora. El resto fue la despechada  fuga de ella al referido planeta.

 

1 COMENTARIO

  1. Mucho ayahuasca se ha bebido el autor de los desaguisados.
    Ademas, que te fumas oeeeee?
    Hace rato estas mas lejos que de Jupíter.

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