Ojalá, como aquellos partos prolongados, el nuevo poemario “Mural de las aguas” que prepara Tierra Nueva, pueda ver la luz. Pertenece a Percy Vílchez Vela, panguanino que radica en Iquitos y que combina su creación literaria entre el ensayo, la novela, el cuento y la poesía. Desde “El andante de Yarinacocha” hasta el que está a punto de salir Vílchez ha demostrado a quien quiera conocerlo, que es un poeta, de los mejores. Es de los nuestros, como nuestro hago este “Anhelo perpetuo de una muchacha” que los invito a leer. Ojalá se escribiera más poesía, se leyera más poesía, aumentaran los poetas. Es un presagio, nada más, pero el mundo sería mejor, como mejor sería si nacieran con mayor frecuencia personas como Percy, el poeta.

Anhelo perpetuo de una muchacha

 CONFIESO, oh Bella Durmiente, que mal vivo
y peor cobro, esperando que despiertes.
He de decirte con este amor brotando
que en ocasiones pierdo la cordura
y porfío por estrangularme, ansiándote.
Ansiando más los andes de tus ancas.
Confieso que ciertas noches nada
duermo y como puerco sin dueño
me revuelco en mi lecho.
Compadécete de mí un momento,
y concédeme la demencia al instante
antes de decirme que te buscaré
siempre en el lugar errado.
Codicio como un villano tus senos debajo
de mi sed,
y en tus hierbales de venus deseo permanecer
como en mis tabernas.
Obstinado juro y rejuro que cuando despiertes
seré tu fiel sabueso, tu rendido montaraz.
Nada te reprocharé del pasado,
 ni pediré cuentas de tus gastos.
Consentiré tu mal genio, tus dimes y diretes,
tus brebajerías.
Y te entregaré todas mis pertenencias
lo que gano a diario.
No he dormido en el hotel de Tingo María
por imaginar tu cosa en su lugar.
¿Y si ahora me acomodo a tu costado
y escucho lo que dices dormida?
¿Qué te mantiene en el sueño tanto tiempo
como si yo no existiera?
O, efectivamente, ¿la vida es sueño,
más que sueño, nada?
Oh mi ser que duerme y no quiere despertarse
sin ti.
¿Y si esperas a otro por lo bajo?
¿O fuiste tremenda puta un tiempo
y no quieres que yo me entere?
¿Añoras mi lecho, mis regresos, mis cervezas?
¿Conseguirás soportar mis manías, mis salidas,
mis aromas?
¿Lograré acostumbrarme a tus jaquecas,
tus trapos sucios?
¿Y si así es mejor para los dos,
tú dormida sin codicias, y yo implorándote?
He edificado ya mi cuartucho con sus adornos,
su cocina para las asadas carnes,
he acumulado granos de pan llevar,
he pagado a los músicos para la boda,
aunque nunca despiertes.
No importa,  porque más vale un amor
desquiciado que un mal gobierno.