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Tres amigas; Lucia, Fátima y Begoña viven en un pequeño pueblo de Granada (España).  Se calcula que su pueblo debe tener entre 500 u 800 habitantes y que casi todos se conocen. Y que los mejores informantes de lo que ocurre, son las ancianas del pueblo.

Ellas (las tres amigas), han ido a la misma escuela y jugado juntas cuando niñas, junto a los demás niños del pueblo.

La novedad en su pueblo es el nuevo ayudante del cura, que ha llegado hace 02 meses y conoció a Lucía por intermedio de su abuela, asistente frecuente a las misas de domingo.

El monaguillo, cuyo nombre responde a Roberto, tiene 19 años, casi la misma edad que las 03 amigas. Salvo que él no supo que ellas eran amigas. Conoció a Lucía antes que a Fátima y Begoña.

Un día Roberto invitó a comer a Lucía en el bar del pueblo. Ella aceptó, luego de las referencias que su abuela le diera respecto a él. Lucía, que pensaba que podían ser buenos amigos, ahora no quiere saber más de Roberto. En la primera salida este le dijo, que le gustaría salir con ella no como amigos, sino como 02 chicos que se están conociendo con miras a iniciar una relación.

Poco astuto Roberto, que luego de recibir la negativa de Lucía, consiguió el teléfono de Fátima, a quien había visto sola en alguna de las misas. Por supuesto, él no sabía que Fátima y Lucía son intimas amigas, sino hasta el día en que todas reunidas en la casa de Lucía, Fátima recibe mensaje tras mensaje ¿Quién tanto te escribe? Le preguntan Lucía y Begoña y Fátima responde “El monaguillo del pueblo” cual si tuviera a un santo rendido a sus pies.

A partir de ahí, la historia se vuelve casi conocida. Le contaron a una de sus abuelas lo ocurrido con este chico, pidiéndole toda la discreción posible, sabiéndose que eso no ocurriría. Un mes después de haber llegado Roberto, todo el pueblo comenta respecto a él. Todo empezó con un simple “se ha fijado en la nieta de” para ahora a sus 19 años, haberse convertido en uno chicos malos del pueblo.

Lucía, Fátima y Begoña no han dejado de verlo divertido. En tanto, las ancianas del pueblo han empezado a ver al monaguillo como un chico a quien la tentación le corre por todo el cuerpo, y que lo mejor será mantenerlo alejado de las chicas y más concentrado en sus labores de domingo.

Por su parte el cura, que conoce la dinámica del pueblo y los entredichos de la juventud, ha decidido que Roberto debe pasar más tiempo en la iglesia, hasta que un nuevo de qué hablar suscite en el pueblo.