En estos tiempos huérfanos o de transición de paradigmas, como suele decir el profesor portugués Boaventura de Sousa Santos, todo se mueve en una u otra dirección sin encontrar todavía el camino. Lo que es de subrayar es el mojón del brote autoritario dentro del sistema democrático que pareció, al principio, no molestar pero con el tiempo se va haciendo peligroso. Esto se viene percibiendo desde hace mucho tiempo y el autoritarismo puede venir desde la derecha o desde la izquierda. También advertir quienes vivimos y quienes ejercen la política dentro del sistema democrático tampoco ha encontrado respuestas para que la democracia pueda encontrar salida o fluir ante tanta demanda social. Las críticas han venido de ambos lados también desde la izquierda y la derecha sobre las instituciones anquilosadas de la democracia y no hemos podido encontrar todavía una adecuada respuesta. Las demandas sociales han sido minimizadas y estas han encontrado eco en líderes, presumiblemente, anti- sistemas que “hablan lo que ellos piensan”. Lo sucedido en Venezuela y la crisis humanitaria generada por este gobierno debe llamar severamente a la reflexión. No debe gozar de impunidad de la crítica. O los liderazgos de Trump, Putin y otros del mismo pelaje también. Lo que se ve con preocupación es que todo lo ganado a pulso durante años se va tirando por la borda. El lenguaje de los derechos discurso de tanta prédica está en crisis, la crisis muchas veces son necesarias socialmente porque nos obliga a encontrar respuestas, no hacer nada es lo peor. Es más, este discurso es menospreciado por estos liderazgos autoritarios cada día y son aplaudidos por el común de la gente- “los pragmáticos de toda la vida”- que lo creen con mucho ardor. Estos desafían el derecho de las mujeres – la llaman ideología de género, las alertas sobre el medioambiente, el menosprecio hacia personas con identidades diferentes ¿habrá con carácter de urgencia revisar lo avanzado y encontrar nuevos cauces?

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