En este mundo cada vez más evanescente los padres y madres del mundo apuestan para dar barra libre a sus hijos e hijas con las nuevas tecnologías. Para que no jorobe, dicen algunos con aire ufano como si estarían alegando una gran verdad, y que los críos y crías aprovechan ese exabrupto saltando de felicidad. Curiosamente, los creadores de las nuevas tecnologías Jobs, Gates y otros, tienen como regla en casa que sus hijos accedan limitadamente a estas tecnologías (algunos ni siquiera lo recomiendan), mientras que el resto de la gente casi vive en una adicción y en la desmemoria [cuentan que las hijas del presidente Obama pueden acceder con restricciones a las redes sociales]. Cruel paradoja de digerir entre los inventores de esas tecnologías y los usuarios de las mismas. Sus padres no les ponen ningún freno. Los niños y niñas deberían regocijarse en una buena lectura con sus padres y madres, eso que no hay tiempo para eso, claro, como no tienes hijos no sabes nada, es el latiguillo más oído de esas obligaciones paternas, los chicos de hoy tienen otros intereses. Cuando me responden eso con gramos de fastidio y hartazgo (¿por la lata que doy con la lectura? Espero que no), también les digo, entonces, para que diablos los has tenido. La lectura desde una temprana edad es una apuesta por la educación de las emociones que luego se traducen en actitudes cívicas. Me explico, se promueve la empatía que es un criterio válido a la hora de tomar decisiones en la esfera pública, tendremos una ciudadanía más comprometida frente a los demás y a los valores de la ciudad. Es más, algunos padres dicen que leer es perder el tiempo y por eso apuestan por laplay station para sus hijos e hijas. Me lo han dicho en mi cara pelada. No te metas que no es asunto tuyo, me repiten el soniquete con sabor a exclusión. Pero demandar que lean a sus hijos e hijas en un momento del día ¿será mucho pedir?

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