El profundo subterráneo o túnel desembocó bastante lejos de la casa tomada de uno de los candidatos con más opción para ganar las elecciones de ese ya perdido año de 2013. El parroquiano se había equivocado en su afán de llegar más rápido que nadie a la invitación pascual de Fernando Meléndez que en mala hora copió esa frase letal de esa canción que decía ven a mi casa esta navidad. El ciudadano había calculado mal mientras usaba hachas, palas, cavadores y fue detenido en la huerta del vecino por la policía que entonces hacía tenaces batidas para contener a la multitud que insistía en arribar al dulce hogar del postulante del color naranja.

Los expertos en asuntos políticos coinciden al manifestar en sus declaraciones que el señor Meléndez jamás debió imitar esa frase invitadora, porque en un medio ganado por personas vestidas de papasnoeles regalones como bodegueros,  por chocolatadas y pedazos de panetones a granel, por ferias con ventas al por mayor, por deseos de felicidades y prósperos años nuevos, era riesgoso invitar a la gente a la casa por los medios de comunicación. El que menos iba a sentirse convocado. El candidato referido debió advertir que para acudir a su hato en la Nochebuena se requería de una tarjeta o una carta de presentación o un permiso sellado del partido.

Lo cierto es que antes del 24 de diciembre las gentes que se consideraban invitadas a la cena armaron carpas en los alrededores de la vivienda de Fernando Meléndez. Luego aparecieron procesiones del campo que querían algo a cambio de sus votos. Más atrás llegaron los que querían asegurar un puesto de trabajo en la gestión que supuestamente se venía. Después hicieron acto de presencia los infaltables pavos y aprovechadores. Y se armó la Troya. La cena anunciada no pudo realizarse. Nadie encontró en ninguna parte al candidato. Nadie tampoco quiere retirarse de esa vivienda y entre consignas, gritos y aclamaciones, exige la cena ofrecida.