Rami Malek en el papel de Freddie Mercury.

Todos los que pasamos las cinco décadas y quizás también los que pasaron los ocho o seis lustros de vida hemos disfrutado de las excentricidades y las interpretaciones majestuosas del vocalista Freddie Mercury, con el legendario grupo Queen. Luego de varias dificultades se ha estrenado, como estaba previsto, “Bohemian Rapsody”, título del film y del tema emblemático de los ingleses.

Muy pocas películas que tratan sobre solistas y grupos legendarios llegan a arañar siquiera la calidad de las composiciones de los mismos. Ahí está, para no abundar en ejemplos y detalles, esa cinta/homenaje a los integrantes de Kiss que abundó en lugares comunes y apeló excesivamente a repetir la música de los “carapintadas” y “lengualarga”. Es decir, nada de aporte, nada de sentimiento, nada de novedad, nada de arte, en otras palabras. Todas esas carencias, sin embargo, abundan en la película donde Rami Malek ha logrado una similitud con Mercury extraordinaria.

La cinta empieza medio fría porque apela a un recurso manoseado: la futura figura es despreciada por quienes dicen saber de música y él los reta a que se convertirá en ídolo, a pesar de la oposición paternal y la mirada complaciente de la mamá como de la hermana. Hasta que llega a irse de la casa. Pero cuando uno está a punto de desanimarse comienza la fiesta, los avatares amorosos, las contradicciones hormonales y la jarana no acaba hasta el final de la película con la recreación del concierto Live Aid, que es la actuación icónica de la banda en Wembley en 1985.

En los minutos anteriores, gracias a la genialidad del Director -Bryan Singer comenzó, aunque Dexter Fletcher asumió el cargo de director las últimas semanas de rodaje tras el despido de Singer- que, en este caso, son dos.

“Buenos pensamientos, buenas palabras, buenos hechos” se llega a decir -ojalá la traducción sea la más exacta- como para dar un mensaje de aliento a quienes siempre harán lo que los haga felices.

Aquellos que hemos visto varias veces el concierto de Mercury en diversas partes del mundo y que nos hemos quedado con la imagen de él en Live Aid nos hemos emocionado al ver la recreación, gracias a la tecnología. Y nos hemos quedado con un personaje inmortal, llegado a esta categoría por sus creaciones y actuaciones, que quizás habrá sido uno de los objetivos de la cinta. Vemos a un personaje humano, egoísta a veces y por eso humano, sensible -la presencia de los gatos abona a ese detalle- y echando abajo los estereotipos que en los años que vivió fueron más discriminadores.

Llena de alegría ratificar a través de la película la brillantez de Mercury y el liderazgo que ejercía en Queen. Liderazgo, por lo demás, totalmente ganado. Escribir sobre Bohemian Rapsody sería redundante, me refiero a la creación musical. Es verdad que ahí está explicada que las grandes figuras nacen y se hacen: la calidad puede ser genética pero si no se cultiva queda en el anonimato. Y poner como título de la cinta a esta canción ha sido un homenaje más que a Mercury a toda la música y el trabajo que hay detrás de su creación. Por eso estoy decidido -solo falta que Mónica me acompañe en esa reincidencia- a ver por segunda vez la película. Se merece el espectador y el protagonista esa reincidencia.