Qué año el que se nos viene. Electoral quiero decir. Los peruanos elegiremos a 25 presidentes de igual número de gobiernos regionales, 195 municipios alcaldes provinciales y 1,643 alcaldes distritales.

Comienza el 2014 y ya se comienza a hablar que será “un año electoral”. Disculpen, disculpen. Quiere decir que los anteriores fueron preelectorales o algo por el estilo. Porque si no me falla la memoria hay candidatos y autoridades que están en campaña electoral permanente. Desde el primer día que están en el cargo y desde el primer día que perdieron las elecciones.

Y en medio de esta danza el Jurado Nacional de Elecciones informa que gastará 101 millones 752,544 nuevos soles en los comicios regionales y municipales que tendrá su día cumbre un domingo de octubre donde, varios, esperan el milagro. Y solo 18 partidos políticos están aptos para participar y no sería extraño que, por ejemplo, en Iquitos se presente un candidato del Partido Humanista y sea el mismo Yehude Simons el que proclame al competidor. Pue ya sabemos que en política todo es posible y hay algunos candidatos que parecen magos porque incluso sin tener sombrero son capaces de soltar conejos.

Qué año el que se nos viene. Electoral quiero decir. Los peruanos elegiremos a 25 presidentes de igual número de gobiernos regionales, 195 municipios alcaldes provinciales y 1,643 alcaldes distritales. Entre tantos miles alguno saldrá bueno y otros malos, lógicamente. Pero más allá de esas cifras y número de autoridades lo que me ha llamado la atención es el pedido de Javier Atkins.

El máximo representante de la Asamblea Nacional de Gobiernos Regionales formuló un llamado a los candidatos que se presenten a estas votaciones para que prioricen sus propuestas y eviten los ataques a sus rivales de turno. Dijo que los aspirantes deben ser prudentes y tener en cuenta que lo principal en las campañas son los planteamientos que desean llevar a cabo y no las críticas a los adversarios políticos. Me temo que más allá del lirismo ni el propio Atkins cree en su pedido. Pero la cereza de la torta es lo que señala la Contraloría General de la República oficialmente cuando informa que “será celosa en el cuidado de los bienes y recursos públicos durante la campaña”.

Si así está el año electoral no es para llenarnos de optimismo. Miremos alrededor y nos pueden salir algunas lágrimas. Pues tampoco se crea que en los demás países la situación es diferente. Solo en Cuba, no hay esta efervescencia electoral. Por una sencilla razón: ahí no hay elecciones y todo es a dedo.