Algo de mi
ESCRIBE: Jaime Vásquez Valcárcel
Que recuerde, desde mis pinitos periodísticos como forma de ganarme los frejoles y, no seamos hipócritas, los amores, siempre me han dado con más palo que geranios y margaritas. Me dejo entender, ¿verdad?
Andaba por los meses finales de l990 y ya había escrito varios reportajes para el semanario Kanatari y de pronto, como quien no quiere la cosa, abro el diario “El matutino” y una columna escrita por Arnaldo Panaifo Texeira(QEPD) me estrenaba como Sor…presita (después vendría ese invento benévolo de Pepe Sibina sobre fresita, que alguno de estos días les contaré). Arnaldo, tan hepáticamente me describía que lo único que provocaba a mi alrededor era mofa. Pepe Álvarez, tan agudo para las cosas de los demás, hasta hoy recuerda ese artículo que ocupa uno de los estantes amarillentos de mi pobre biblioteca. Pero los años posteriores sí traerían sor… presitas.
Estaba por acabar el año 1999. Ya se había firmado el Acuerdo de Paz con Ecuador, acuerdo por el que siempre mostraré mi acuerdo. Daniela de Fátima acababa de cumplir un año y la llevaba irresponsablemente en la parte delantera de la moto. Se había pinchado la llanta y eso me obligaba a empujar el vehículo con mi hija cerca del timón y Mónica siguiéndonos por la vereda de la cuadra dos de la calle San Martín. De pronto una voz que grita ¡ahí está el traidor! e inmediatamente comienza la lluvia de piedras. Una cae en el tanque, otra cerca de la cabecita de mi hija. Yo, como es lógico, aterrado por lo que puedan hacer esas piedras con el cerebro de Daniela. Hasta que alguien grita, ¡no hagan eso con la niña! Se refería a mi hija, se entiende. Pero ya la habían traumado. No pasaron cinco minutos y una voz temblorosa llamaba a mi celular para indicarme los nombres y apellidos de quienes habían lanzado la piedra y escondido la mano. Muchos años después, muchos en verdad, esas mismas manos llegaban a mi domicilio a pedirme trabajo. Se les daba trabajo. Y como mi oficina también es mi hogar, a esos miserables algunas veces Daniela les abría la puerta.
Estábamos por el año 2000. No sé qué año habrá sido en el horóscopo chino. Un colega me reemplazaba en la conducción del programa de televisión. Una de esas noches se me ocurre visitar el set y dejar el auto en la calle, frente al Banco Continental. De pronto, una turba llega al local de TVS y entre gritos y piedras unos desalmados intentan ingresar al set para eliminarme. El guardián milagrosamente cierra la puerta e impide el ingreso. Al jefe de la turba le señalan el carro y al instante procede a destruir las llantas, romper las lunas y haciendo esta fechoría se marchan. Varios los vieron, todos los reconocieron. Tenía las posibilidades de responder con la misma fechoría. Hasta hubiera podido denunciarlos. Porque a los minutos del atentando me avisaron donde se refugiaba el cabecilla. Varios años después, celebrando un aniversario de este diario, nos divertíamos porque quien colocaba el sonido para bailar era el mismo que había colocado las piedras contra mi auto, creyendo que con eso destruía algo de mí.
Así que eso de traidor, de violencia, de intimidaciones, de panfletitos forma parte de mi vida, de mi vocación, de mi opción. Y no los uso para pedir garantías o alardear que quieren matarme, que atentan contra la libertad de expresión. Los cuento muchos años después porque a la distancia creo que me han fortalecido y producido un efecto contrario a lo que pretendían quienes los perpetraron. ¿O no?
Lo que comenta el periodista Jaime Vazquez, es justamente a lo que le teme mucha gente de bien, no por ellos sino por sus familias; nadie quiere vertir un comentario que vaya en contra de los «intereses» de ciertos «dirigentes» o mejor dicho agitadores sociales, gente que se vale de su «llegada» o ascendencia sobre cierto sector de la población para llevar agua a sus molinos; ¿acaso porque se comenta algo que va en contra los intereses de la poblaciön? NO, sino porque eso les sirve para «protestar» y hacerse notar, para luego mas tarde tratar de ser una de nuestras autoridades y eso es lo que debemos evitar.
La gente de bien, tecnicos competentes, gente honesta que pueder ser de mucho provecho para nuestro pueblo, no quiere ni en sueños llegar a ser una de las autoridades de la ciudad, mucho menos participar en algun proceso electoral, porque le teme precisamente a eso, a ser blanco de tanto indeseable que no solo va contra quien considera que atenta contra sus intereses sino mas que todo contra sus familiuas.
Sigue asi Jaime, eres un periodista que no se deja llevar por sus pasiones, sino que haces un comentario objetivo de la realidad…Felicitaciones.
Me acuerdo de una obra tuya que la lei por primera vez y aun lo conservo en mi poder: «IDOLOS DE BARRO»
EN VERDAD MI QUERIDO JAIME, LO Q TE SUCEDIO SON MARCAS Q TE DEJA LA VIDA, EXPERIENCIAS BUENAS Y MALAS, POR ESO C/U DE NOSOTROS DEBEMOS SER JUSTO CON LAS PERSONAS, NUESTRO DIOS NOS CUIDA Y NOS PROTEJE CUANDO UNO OBRAMOS BIEN EN ESTE MUNDO. SALUDOS.
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