Voga

Voga

ESCRIBE: Jaime Vásquez Valcárcel

Según los diarios de los días previos a su muerte José Silfo Alván del Castillo, Alcalde de Maynas, tenía asegurada la reelección en una provincia donde ninguna autoridad  alcanzó esa hazaña. No hay ninguna comprobación que esa percepción fuera cierta. Pero en el colectivo se percibía que “El tigre”, como le llamaban familiar y políticamente a Silfo, gozaba de una popularidad inmensa. Tanto así que en el último junio del año que murió fue ovacionado en el coliseo cerrado cuando –convaleciente y con el rostro visiblemente demacrado por la enfermedad que le aquejaba- entregó los premios a quienes habían obtenido los primeros lugares en el FICA que, si bien es cierto él no lo creó, fue quien le dio el toque empresarial que requería.

Luego de su muerte se apoderó de la comunidad iquiteña una especie de duelo colectivo. Tanto así que –a pesar que la vida familiar de Silfo no estaba dentro de los cánones que la ortodoxia católica recomienda-  el semanario que edita el Vicariato Apostólico de Iquitos, había preparado una edición especial que no llegó a publicarse por algunos consideraban que no era el medio pertinente para hacerlo. Pero su velorio y posterior entierro fue el más concurrido que la historia de este pueblo recuerde y en el campo santo casi medio centenar de personas de igual número de entidades públicas y privadas tomaron la palabra. Por esos días me encontraba fuera del país y al regresar me quedé impresionadísimo al ver las fotos de ese acontecimiento. Sobre Silfo no se ha escrito aún todo lo que se debía escribir.  Y tal vez es mejor que así sea.

Pero un lector me pide que me refiera al movimiento Voluntad General Amazónica, creación de “El tigre”. Luego de ser designado Alcalde de Maynas, en reemplazo de Daniel Linares Bazán, quien estaba en el cargo por decisión del gobierno militar que presidía Francisco Morales Bermúdez y tuvo la “osadía” de declarar huésped ilustre al arquitecto Fernando Belaunde Terry cuando llegó a Iquitos como candidato a la Presidencia de la República en las elecciones que lo llevaron de regreso a Palacio de Gobierno, e instalado el nuevo gobierno edil en enero de 1981 Silfo fue tocado por el bichito de la política y formó con una serie de personas la agrupación Voluntad General Amazónica, cuyo local estaba inicialmente en su domicilio de la quinta cuadra de la calle Putumayo – donde funciona actualmente el hotel que fundó en vida- y tenía como principal promotora a Anita Rengifo, conocida por su combatividad sindical en los predios municipales.

Con el VOGA intentó desde los primeros años de la década del 80 ganar las elecciones en Maynas. Pero fue derrotado por Rony Valera y Máximo Meléndez, ambos apristas, y recién en 1989 ingresó con Acción Popular a la alianza llamada FREDEMO –donde compartía espacios con el PPC, SODE y Libertad- y ganó abrumadoramente las elecciones que le llevaron de retorno al sillón municipal a partir de enero de 1990. Su intempestiva muerte frustró una serie de proyectos políticos. Pero ya para entonces el VOGA no era más que uno de esos tantos logos que los empresarios metidos a políticos se empeñan en crear y que desaparecen con menos gloria que pena.

Sobre su gestión, los sinsabores que dejó en sus funcionarios que terminaron mezclados en juicios por adquisiciones fraudulentas se escribirá en otro momento porque, aunque usted no lo crea, el director también tiene que respetar espacios exigidos a otros colaboradores.