¿Será el gobierno que lidere Elisbán Ochoa Sosa a partir del primero de enero del 2019 una reedición corregida y aumentada del estilo que impregnó a su gestión su antecesor Robinson Rivadeneyra? Pregunta totalmente válida no sólo porque a ambos les unió en su momento un proyecto político común -UNIPOL fue una apuesta conjunta que, como la mayoría de alternativas políticas en Loreto, luego se personalizó tanto que Rivadeneyra le llevó a la gloria y al ocaso- sino porque coinciden mucho en la forma cómo se debe gobernar la región. Además, en la primera conferencia de prensa convocada por Elisbán Ochoa, se refirió hasta en dos oportunidades al primer presidente elegido por el voto popular en Loreto. Para responder la interrogante recordemos los primeros meses de gobierno de UNIPOL y las expresiones del líder de ese momento.

La primera conferencia de prensa que convocó Rivadeneyra como presidente del Gorel tuvo un mensaje furibundo contra las empresas constructoras que habían ejecutado las obras en la región. Meses después la mayoría de esas empresas eran favorecidas con la entrega de obras. Rivadeneyra cambió su discurso, pero no su pensamiento. Pues él conocía muy bien a sus colegas constructores. La mayoría de ellos son mercantilistas. Los antiguos, es decir los que priorizan la calidad de la obra a la ganancia, son cada vez más pocos. Antes los ingenieros se empeñaban en convertir a sus empresas en referentes de la obra bien hecha. De un tiempo a esta parte, las empresas constructoras han sido invadidas por prestamistas y gente que tiene como único fin la acumulación de riqueza. Están tan preocupados en sumar ganancias que ni siquiera se preocupan de vivir bien. Hay excepciones, sí. Pero son minoría.

En una conferencia de prensa a pocas semanas de asumir el cargo, Rivadeneyra afirmó que no leía diarios locales, ni escuchaba radios, menos veía televisión. Era su elección. Pero a “boca de urna” complementó su idea diciendo que “por salud mental” había optado por eso. Recibió la inmediata crítica de los presentes. Tuvo que ofrecer disculpas, en ese instante. Cambió su discurso, pero no su pensamiento. Su relación con la prensa no era, pues, de respeto mutuo. No llegó al extremo de “apropiarse” de medios de comunicación o comprar a través de terceros frecuencias de radio y televisión, pero le gustaba el servilismo, como la mayoría de políticos regionales y nacionales de los últimos tiempos. Como bien recordó James Beuzeville hace algunos días en este diario, su salida “intempestiva” de radio Arpegio fue decidida por Andrés Ferreira Macedo, en ese tiempo jefe del IPD y colaborador de Rivadeneyra, en momentos que criticaba la construcción “apurada” del estadio Max Augustín. Esa es una evidencia de la forma cómo entendía el periodismo Rivadeneyra. Y también Ferreira Macedo, hoy convertido en Vicepresidente del Gorel y uno de los brazos financieros de la campaña de Elisbán Ochoa.

Ojalá que Elisbán Ochoa Sosa emprenda una gestión eficiente y más transparente que sus antecesores. Eso es lo que necesita con urgencia la región. Sin embargo, las apariciones públicas y las entrevistas que ha concedido a diferentes medios, presagian que por lo menos en los dos aspectos referidos en este artículo no cambiará mucho. Aparte de las frivolidades del poder que siempre tratan de priorizar los que están alrededor de un candidato ganador, debemos estar atentos a los detalles de la administración regional que se inaugura junto con el año 2019.