Obispo Miguel Ángel Cadenas, sobre “Tierra de orates”
*Invita a leer el libro de Patrick Pareja
Miguel Ángel Cadenas, Vicario Apostólico de Iquitos, escribió sobre “Tierra de orates” de Patrick Pareja Flores, libro que forma parte de la colección “Río Marañón” que lanzó hace algunos meses la editorial amazónica Tierra Nueva.
Cadenas afirma que “el libro nos ofrece una mirada particular en un momento específico: seguimos en tiempos de pandemia. Los expertos nos indican que paralelo al virus estamos viviendo momentos delicados a nivel de salud mental. Con una particularidad, nos estamos empeñando en ver el virus como un tema individual. “Individuo” en la selva posee habitualmente un carácter peyorativo, no así su uso en las ciencias sociales. Y este trato “individual” me parece insuficiente. Ciertamente somos un cuerpo, diferente de los demás cuerpos. Pero no somos cuerpos aislados.
Diversos especialistas nos indican que las consecuencias emocionales de la pandemia son de grandes proporciones.
Todos sufrimos el encierro, pero son los niños y los jóvenes los que menos elementos tienen para manejar esta situación, porque están en una etapa de construcción de su propia personalidad donde es fundamental la interacción con sus pares. Algo que se ha visto truncado. Recién se están comenzando a abrir algunos colegios (uno de los espacios donde niños y jóvenes más tiempo interactúan entre pares). Lo mismo sucede con el resto de personas vulnerables, desde los pobres en general hasta los ancianos, pasando por todo tipo de particularidades. A niños y jóvenes se les encierra en un presente del que les resulta difícil encontrar salidas. Esta inseguridad es diferente a la vivida por generaciones anteriores. Esto desemboca en ansiedad y depresión. Debemos estar atentos.
En esta situación pareciera que lo único importante es la reactivación económica. Qué duda cabe que esto es muy importante. Pero la economía está al servicio de los humanos (y de los no-humanos, también, diríamos los amazónicos). No al revés, como pretenden hacernos creer. Ahora somos las personas las que estamos al servicio de la economía. Una economía que solo mira por el crecimiento económico, no por la redistribución. Una economía que favorece a los más ricos: durante la pandemia los más ricos han aumentado su capital, mientras que las clases medias y pobres han visto reducidos sus ingresos.
En esta coyuntura, el autor ofrece una mirada humanista sobre el dolor de los que sufren problemas mentales. Pero no son únicamente individuos, personas aisladas. Son personas en un contexto social determinado. Y cada sociedad genera un trato diferente a sus locos. ¿O no será más bien la sociedad la que se ha vuelto loca?
No se trata de un libro moralista ni moralizante. Son más bien narraciones de diverso tipo sobre algunas situaciones, muchas de ellas cotidianas. Me ha hecho pensar en el concepto de poder de Michel Foucault. Para él la norma la establecen quienes ejercen el poder. Las personas que viven al margen (o en los márgenes) de la norma, o son empujados fuera de ella, vendrían a ser los locos. Por tanto, la solución no es únicamente “individual” sino también “colectiva”. Es importante aportar para la construcción de esa norma común. Hay que tener cuidado porque una vez establecida la norma, no faltarán quienes empujen a otras personas fuera de la norma y sean tratadas como locos.
Una voz discordante con el discurso al uso sobre reactivación económica, prisas desmedidas y acumulación. Una mirada humanista sobre personas concretas, aunque sean ficticias o con algunos rasgos ficticios, y el tipo de sociedad que construimos entre todos. Concluyo invitando a la lectura del libro.
Así es como comentó “Tierra de orates” el obispo Miguel Ángel Cadenas.