Ahora que comenzamos a ver a grupos de colegiales, y hasta de instituciones públicas y privadas, ensayando para su participación en los tradicionales desfiles de fiestas patrias que están aquí, a la vuelta de la esquina, sabemos que estamos en el mes de la patria.  En tan solo unos días se comenzarán a cerrar las calles -¿otras más?- para estos actos recontra patrióticos, según los militares.

Hace años estamos contra estos desfiles militarizados en forma y fondo. Soy de los pocos convencidos, al menos en esta ciudad, que podemos rendirle homenaje a nuestro Perú de manera más ciudadana, donde nuestras tradiciones y cultura sean los reales protagonistas con todos sus matices, colores, ritmos y sabores. Las instituciones castrenses pueden seguir en lo suyo, están en su derecho, es más, a mucha gente le gusta verlos a su paso marcial.

En medio de todo este escándalo desatado en el país, donde un desfile inagotable de audios van dejándonos, cada uno más que el otro, con la boca y los ojos bien abiertos, sorprendidos y confundidos, decepcionados e indignados, pues creemos que es, ahora, el momento de darle un giro a esta forma de celebrar el cumpleaños nacional.

Como que la cosa puede ser al revés, decimos. Los ciudadanos no en las graderías sino movilizados, marchando por las calles, gritando nuestra bronca por tanta inmundicia que sale a la luz. Vayamos por las calles, portando como único distintivo solo banderas peruanas, con pancartas alusivas a este repudio contra la corrupción que ya no está de inquilina sino que da la sensación que ya tiene hasta título de propiedad de nuestro país.

Vamos, hay que desplazarnos por cuantas arterias de la ciudad podamos, con frases, lemas y arengas, que les revienten el tímpano a todos aquellos sinvergüenzas que están encaramados en todos los niveles de poder. Porque si hoy nos escandalizamos con lo del Poder Judicial, el Ejecutivo y el Congreso, pues no nos podemos hacer los locos e indiferentes con la corruptela que está en eterna «hora loca» en las municipalidades distritales, provinciales y en el gobierno regional. Así estamos de fregados, por eso es bueno verlo en toda su amplitud y no solo apuntar a la orilla del frente y ni de reojo le prendemos la mirada a lo que ocurre en nuestras propias narices, pero como es de tu grupo político, como llegaste con la gestión, pues aquí nada huele feo. Así no es la cosa.

Por eso, con el respeto absoluto a nuestra bandera, escudo e himno nacional, mostremos nuestro rechazo a lo que está viviendo el país. Dejemos que los militares hagan su parada, su desfile, su ceremonia castrense. Ellos pueden ese día estar, si quieren, desde las 5 de la mañana emplazados esperando que los altos mandos y autoridades políticas, lleguen muy orondos horas después a instalarse y depositarse en sus sillas de la tribuna de honor.

Salgamos nosotros a caminar por estas calles, con nuestra música típica, cantando, hasta danzando o bailando, pero al mismo tiempo repudiando a los que le están jodiendo al país. Es posible hacer esa fusión, esa mezcla, ese coctel. Tenemos capacidad, creatividad y talento para hacer la diferencia de manera cívica, propositiva. Podemos gritarles en su cara pelada a los delincuentes, mafiosos y corruptos, que nos les queremos, que les detestamos. Pidamos la máxima sanción para ellos, que vayan a ver el sol tras las rejas. Todo eso lo podemos hacer luciéndonos como una sociedad que desea vivir en una real democracia.

Eso sí, yo no estoy de acuerdo con que so pretexto de nuestra legitima bronca perdamos el norte y nos convirtamos en los que ellos quieren que seamos, unos vándalos, incendiarios, cavernarios. Eso están queriendo las mafias porque así se harán las víctimas, así tendrán la coartada perfecta para distraer la atención y hasta voltear la tortilla. No debemos caer en su juego, no debemos pisar el palito. Recuerda, los hijiputas son ellos, no nosotros.

@RMezaS

También puede leer este y otros artículos en:
vuelodemosca.blogspot.com y proycontra.com.pe