Los secesionistas de la Comunidad Autónoma de Cataluña han usado al fútbol como escaparate de sus reivindicaciones, el Barcelona es uno de esos emblemas, a mí me parece muy tóxico y un enredo de estrategias (no se distingue el juego de la realidad, quizás sirva para espolear a sus huestes con los goles de los jugadores suramericanos que tienen en la delantera, cruel paradoja), pero cada uno es dueño de sus estrategias. Eso de llenar de banderas el Campo Nuevo o Camp Nou me produce estupor, es un empacho de mal gusto- me viene a la memoria una película de PAsolini donde el primer plano son las banderas fascistas. Estas puestas en escena y la parafernalia del nacionalismo periférico se vuelven muy cansinas, el discurso va desde el optimismo secesionista hasta la depresión centralista, es un arco grande de diferentes emociones y muchas veces son sentimientos encontrados. Desgraciadamente, pocos atinan estar en el justo medio. A mí me parece una disparatada idea que lo han reforzado escamoteando y reinventando la historia hacia sus propios intereses, todos los países lo han hecho pero en este caso hay alevosía y dolo en la distorsión. El otro día escuchaba a una líder nacionalista hablando de ser víctima del centralismo español, así se juega al victimismo. Que todos los males le echen la culpa a Madrid, así ellos y ellas, se lavan las manos y los pies – a veces esto sucede en la floresta ante la carencia de una idea genuina frente al asfixiante centralismo limeño. Es una idea que se trata de imponer a toda costa, eso que esta gavilla secesionista van de tolerantes y modernos de cara a los rancios y poco tolerantes del resto de la población española. La Alcaldesa de Barcelona que cuyas reflexiones y actuaciones las considero ponderadas, en este tema juega a la ambigüedad donde es el terreno más seguro a la bipolaridad del debate. Aunque en las celebraciones del 12 de octubre sus declaraciones sonaron a falsas, por ejemplo. A veces, creo que no quiere que se le vea el plumero. Pero de toda esta zarabanda y gruñidos de un lado y del otro, lo que más me aburre en España son las banderas, parece un debate con atufado de la publicidad de IKEA, cada uno quiere tener su propia república. Las banderas y otros souvenir son un emblema del attrezzo fascista por eso huyo de ese pensamiento idiota.