ESCRIBE:Percy Vílchez

El cacareo por el inicio de las clases escolares, los discursos de ocasión sobre el retorno a las aulas, las declaraciones optimistas referentes al nuevo año educativo, son falacias para 350 maestros varados en Iquitos. Ellos y ellas hasta ahora, finales de marzo del año en curso, no pueden arribar a sus puestos de trabajo, y las clases ya comenzaron en otros lugares. Comenzaron es un decir, porque en tantas partes estallaron las desgracias de siempre y la educación peruana volvió a mostrar sus declives de costumbre y sus grietas de siempre. Los docentes citados todavía no comienzan con sus labores, se encuentran a la deriva, esperando algunas naves que les transporten a sus lejanos centros de labores.


En el afán de influir en las decisiones de la autoridades ligadas al rubro educativo o de proponer la búsqueda de una solución a esa inmovilidad forzada, dichos maestros acaban de realizar un plantón que partió desde la plaza Bolognesi, recorrió algunas calles y arribó a la sede del Gobierno Regional de Loreto. Allí, después de horas, fueron recibidos por altos funcionarios, pero no tuvieron la ocasión de entrevistarse con el líder de la región. Así las cosas, todo quedó en nada por el momento. Y el día de la partida sigue en la incertidumbre. Es increíble el grado de ineptitud de los mandamases del sector Educación.


Es increíble que antes del inicio de las clases no hayan contratado naves para que lleven a los profesores a las remotas aldeas fronterizas situadas en la amplia cuenca del río Corrientes, cerca de la frontera con el Ecuador. Todos los años existe la misma necesidad de ese traslado y todos los años estalla el mismo problema. No hay nunca la movilidad respectiva para que el inicio de las clases en esos lugares sea una realidad. Y hoy, como tantas otras veces, los docentes tienen que armar bulla para que les consigan los barcos para en algún momento viajen hacia la frontera referida. Lo peor de todo es que los funcionarios educativos dicen que no hay dinero para financiar esos complicados itinerarios.


Lo que quiere decir en buena cuenta que los maestros seguirán varados como en una tragedia laboral que se prolongará innecesariamente, demostrando a propios y extraños la profunda crisis que afecta a la Educación regional. De esa manera, la brecha que existe entre la educación urbana y rural, continuará profundizándose en este años después de la desgracia de la pandemia del coronavirus. La peste de la ineptitud es la peor tragedia que abruma al sector educación en Loreto. Ningún gobierno ha podido esbozar un plan viable tendiente a acabar con las clamorosas deficiencias que están allí, a la vista de todo el mundo. Nadie ha pensado, por otra parte, en un programa educativo para la frontera.


Los 350 maestros varados nada pueden hacer para arribar lo más rápido a sus sitios de trabajo debido a que el costo de los pasajes es muy elevado. Y tienen que andar lejos de sus clases, de sus estudiantes, esperando el milagro del traslado. Y pensar que esos maestros varados es solo una parte de la crisis que agobia y perturba a la educación nuestra. Y pensar que hay otros inconvenientes que se repiten en el reiterado catálogo de la impotencia. Y pensar que no se contempla ninguna salida a corto o largo plazo. ¿Y quién se preocupa por los estudiantes de la frontera que hoy por hoy están sin docentes?