Tolerancia cero
ESCRIBE: Jaime Vásquez Valcárcel
Tiempos turbulentos los que se viven en Iquitos, si es que tomamos como referencia la agenda de los medios de comunicación. Tiempos que, como el río Amazonas de las orillas de Iquitos, se va y viene como un fenómeno geofísico y genético.
¿Ustedes creen que en la época del caucho el tan mentado periodista Saldaña la pasó fácil al denunciar las atrocidades de los gomeros que en muchos casos lo habrán querido gomear? ¿Ustedes creen que en las primeras décadas del siglo pasado “La sanción” y “La felpa” no tenían opositores en su lucha por reivindicar los derechos indígenas? ¿Será difícil imaginar una ciudad como Iquitos donde los pobladores sean unánimes en las posiciones más lúdicas? ¿Acaso no hay la versión, negada por uno de los protagonistas, que un alcalde de nombre Luis Arana Zumaeta se quitó la vida porque le era insoportable las críticas de un periodista que profesaba una ideología distinta al de la autoridad? ¿En el pasado reciente no hemos leído las páginas de dos periódicos –cuyos herederos han mandado a la quiebra lo que sus padres les dejaron- que se disputaban abiertamente la condición de diarios oficiales de la Corte Superior de Justicia de Loreto? ¿Nos será difícil comprender que en la actividad periodística la disputa de posiciones contrarias se da con encontronazos irremediablemente porque la virulencia es inherente a nuestra condición de humanos?
En alguna oportunidad narré las agresiones que recibí cuando era un mocoso en esta profesión. Las escuchaba en las radios. Me sorprendía cuando unos locutores emprendían todas sus cuerdas vocales contra toda racionalidad insultando al director del semanario en el que hacía mis pinitos, es decir Joaquín García. Y hasta me atreví a circular un documento de repudio hacia esos ataques y de solidaridad hacia el agredido. Hasta que me topé con “El Millaipa”, es decir Venancio Perea Bardales, ese hombre que después de entregar gran parte de su tiempo a “El oriente” fundó “El matutino” sin imaginarse que años después de su muerte ninguno de los dos medios circularía por las calles de Iquitos. Venancio, con ese tono patriarcal, me espetó a secas: “muchacho para qué haces pronunciamientos si nada cambiará, anda a escribir nomás”. Me retiré de la puerta de la cuarta cuadra de la calle Brasil, con una sonrisa entre nervioso y risible, me imagino.
Muchos años después, recuerdo ese pasaje de mi vida como si fuera ayer. Voces discordantes, alquiladas, subastadas. Todo cambia para que nada cambie, palabra. Aumentó la población, los medios de comunicación, los periodistas, los empresarios y no hay duda que tiene que aumentar el insulto, la diatriba. La palabra hueca, dicha solo para llenar espacios. Cero reflexión, con las excepciones del caso, sin duda. Tolerancia cero, pues. Nos sabemos diferentes y no aceptamos la opinión del contrario. Cuando lo más hermoso de esta profesión no es, como creen algunos jóvenes que estudian Ciencias de la Comunicación, aparecer en las pantallas o tener un espacio radial aunque sea de 30 minutos. Lo más hermoso es escuchar todas las voces, todas las versiones. Y de ahí sacar una opinión. Conocer esta región –país-diverso no solo por su biodiversidad sino por su gente-. Y ahí aprender a ser tolerantes. Pienso diferente a usted pero eso no me hace enemigo de usted. Si algo desearía heredar a quienes seguirán en este proyecto periodístico llamado Pro & Contra no es lo que dejó el gran Venancio sino el respeto a las ideas ajenas sin dejar de tener las propias.
La caja de resonancia que es Iquitos, no da mas,las oportunidades estan topadas y las necesidades de logro, de poder y de afiliacion estan en disputa en todos los sectores. Tenemos que reflexionar en ampliar, campos para todos , la multiplicacion de los panes no da para todos y los que no logran veen la forma informal como conseguir alguito,seguir adelante ante los escollos es ser caballero respetando las piedras que encontramos en el camino y dejando escuela por donde pises y pases.
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