¿Todos?

ESCRIBE: Jaime Vásquez Valcárcel

Quienes siguen este diario saben que el tema de seguridad ciudadana es abordado permanentemente. Y es que lo vivido el sábado 24 en la tarde y parte de la noche en el centro de Iquitos es lo que se llama pánico colectivo. Provocado por malandros pero también por la actitud de la Policía que, lamentablemente, no toma la batuta de una estrategia elemental.

Y para combatir la delincuencia se necesita un equipo especial que tenga un comando único. Que sea multisectorial pero con dirección elemental. Que planifique las acciones y que se adelante a los acontecimientos. Y ese comando tiene que ser policial. El apoyo logístico tienen  que ponerlo las demás autoridades. Los delincuentes hacen sus fechorías con mayor libertad cuando saben que quienes tienen la obligación de combatirlos están en otras tareas. Y la distracción es una de sus aliadas. Los policías que hagan su tarea y los alcaldes la suya. Mientras los alcaldes brillan por su ausencia la autoridad regional trata de cubrir esa omisión y parece liderando un combate que debería tenerlo como colaborador directo pero no más allá de eso.

Y no hay que dar ventajas. Una de esas ventajas fue permitir que vividores de toda la vida –con excepciones visibles, no cabe duda- se instalen en días inapropiados en un lugar inapropiado como la calle Próspero. Y como nadie administra la ciudad un día no acordado se apoderaron del centro desde la cuadra 8 de Próspero y a los pocos días invadieron la cuadra 7 y obligaron a la Policía a desviar el tránsito desde donde les daba la gana. Un descontrol total que, todos los especialistas coinciden en señalar, es el ambiente para que los malandros realicen sus fechorías.

Y pasó lo que tenía que pasar. Ante la invasión de ambulantes la consecuencia era la invasión de carteristas, bolsiqueadores, pulseristas y todos sus colegas. Ellos crearon el pánico y la Policía cayó en su juego. Por eso se vio pistolas por todos lados, detenidos por las pistas y ciudadanos denunciando equivocaciones que habrá que remediar. Todo ello se hubiera evitado con un poco de orden.

A la primera frase de susto o miedo todos corrían sin destino. Todos gritaban palabras indescifrables. Si no ha sucedido una desgracia es por la Divina Providencia. Porque aún sin haberse disparado ni un solo tiro la gente hablaba de balacera, heridos, muertos, rehenes y demás exageraciones que provoca el pánico.

Así nos quieren decir que todos debemos colaborar con la seguridad ciudadana. Cuando las autoridades que deberían administrar decentemente este ciudad están de parranda. A través del Comité Regional de Seguridad Ciudadana se ha repartido volantes con indicaciones precisas sobre las previsiones a tener en cuenta. Pero la autoridad municipal de la jurisdicción más peligrosa de Iquitos en estas fiestas se ha ido de gira y, lo peor de todo, es que no ha dejado ninguna directiva sobre el tema. Entonces no es de todos. Es de algunos. Porque la mayoría de autoridades, como siempre, están deshojando margaritas sobre a quién le corresponde definir una política de largo plazo sobre seguridad.