Cuando el macho alfa berrea y se pone sañudo por las ideas del feminismo o de la igualdad de género (algunas de estas personas llaman con cierto retintín intolerancia de género) ese fauno está mostrando su desacuerdo ante las huellas ajenas encontradas a lo que él llama su territorio. Se vuelve hostil, gruñe. Se da golpes en el pecho como los antiguos cromañones ante el advenimiento de lo que ellos llaman enemigos que invaden su espacio. Son unos intrusos, rezonga. Entiendo que no es fácil. Su mundo, presuntamente, monolítico tiembla. Hace aguas. Todo está siendo arrasado para esas bárbaras. Los tradicionales conceptos han sido desarbolados debiendo ser redefinidos. Ese mundo que le habían contado no existe. Estamos ante el advenimiento de nuevos tiempos que obliga a replantease todo. Debemos ser sometidos a un aggiornamento mental y emocional. No es para nada sencillo pero requiere un esfuerzo necesario para una mejor convivencia en la que ganamos todos. Hay que saber adaptarse y jugar con las nuevas reglas de juego.  Pero se advierte que pobres faunos no están solos. La nación, la familia, los parentescos, el género son construcciones sociales. No nos vienen dadas por la naturaleza (nunca lo estuvieron), esos conceptos e instituciones se construyen socialmente. Me explico, el concepto de familia varía en el mundo. En África el sistema de parentesco es muy diferente al nuestro como en los diferentes pueblos indígenas de la floresta. O del sistema filial del imperio romano. Pero esa construcción asimétrica y de gran hegemonía patriarcal está llegando a su fin. Esas cimentaciones sociales, muy sesgadas, han generado injusticias, y muchos prejuicios, a lo largo del tiempo que siguen, desgraciadamente, hasta ahora. Quien se ciega a estas injusticias no quiere ver que otro mundo es posible.

https://notasdenavegacion.wordpress.com/