La partida a Lima los primeros días de septiembre me hizo olvidar dos momentos que suelo celebrar con discreción a través de una apostilla o una crónica que cuelgo en el blog. La primera es el nacimiento de mi amiga Sulamita Gottlieb, el 4 de septiembre de 1951, quien partió hace un tiempo atrás, lo supe después de años en una búsqueda por internet confirmada por un correo de su hija Raquel. Suelo recordarla como un homenaje a su prístina amistad, su bonhomía, a los ratos que pasamos hablando de literatura, de sus autores y músicos predilectos como Dvorak, teniendo como testigo al Charles river en ese estío memorable en Boston. Con ella conocí la amistad y los silencios en sus diferentes dimensiones. Me decía que el silencio es también una gramática, tardé un tiempo en comprenderla. Ella hacía un símil con los silencios de las composiciones musicales, pues, ella tocaba el fagot. El otro momento, cómo no, de septiembre, es el nacimiento de Ofelia Grabowski Edery o también conocida como Ofelia Montesco, el 10 de septiembre de 1936, ella fue actriz reconocida en el centellante cine de oro mejicano que siempre rindió homenaje encriptado al monte. En el caso de Ofelia, fue interesante cómo su vida ingresó a mis preocupaciones con un inocente dato que me dio mi padre, me dijo que era conocida como «Carita de cielo», a partir de eso, poco a poco, la información fue creciendo hasta convertirme en un fan de esta afamada actriz. He visto varias veces «El ángel exterminador» de Luis Buñuel donde ella representa un papel dentro del surrealista film. El vacío sobre su vida se fue llenando con información de un lado y otro del mundo. De personas cercanas que la rodearon. Desde Contamana, Berlín, Tánger, Lima… es un largo viaje. Es todavía septiembre que me da pie para hacer este sentido homenaje a Sula y Ofelia, a ambas la separan solo cuatro días de la fecha de nacimiento.

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