Soplo al viento

Soplo al viento

ESCRIBE: Jaime Vásquez Valcárcel

Los problemas profundos de la región y del país requieren soluciones profundas y por eso todos soplamos al viento. Gobernantes y gobernados. Y, ojo, que los problemas profundos están en nuestra propia casa. Y no me vengan a decir acá  que no los percibimos o no son evidentes. Para no dar una relación tediosa podemos tomar dos temas: comprensión lectora y violación sexual.

Ocupamos el último puesto en lectura de libros y el mismo puesto en comprensión lectora. Es decir, lloren si quieren, no solo carecemos del hábito edificante de la lectura sino que lo que leemos está lejos de ser comprendido. ¿Y a quién responsabilizamos de esa deficiencia? Lo más fácil es apuntar a los gobernantes. Que, vaya, tienen responsabilidad. Pero nosotros como ciudadanos ¿qué estamos haciendo? Solo hay que mirarnos al espejo y verificar cuántos libros han leído nuestros hijos en este año que finaliza. Y ahí tenemos enorme responsabilidad los padres, primero y los maestros, después. Pero desde ningún ángulo se planifica siquiera para no continuar con el descenso. Existen casos aislados de empresas privadas que desarrollan proyectos para sacarnos de la ignorancia. Pero son eso: ejemplos aislados.

Otro tema que nos desnuda como sociedad es el reciente estudio sudamericano que nos coloca en el primer lugar entre los países que tienen mayor número de casos de violación sexual. Paralelo a este estudio, otro análisis afirma que las violaciones sexuales son producidas por los parientes de las víctimas y se hacen de una manera silenciosa y cómplice. Aterrador, ¿verdad?. Porque en lo malo primer lugar. En lo bueno último lugar. Vaya fotografía de nuestra sociedad.

Y ambos temas tienen un denominador común: son imperceptibles. Muchas veces no nos damos cuenta que lo sufrimos. Pero ambos, también, nos llevan al despeñadero. Si es que ya no estamos en el fondo. Y no son abordados sistemáticamente individual ni colectivamente.

Con estos índices estamos condenados a tener pobladores más no ciudadanos. Tendremos que acostumbrarnos a convivir entre gentes negadas siquiera a pensar. Ya no estamos hablando de pensar diferente –que es al final de cuenta un ejercicio de tolerancia- sino de evadir el pensamiento. Por eso hay que llamar la atención de nuestras autoridades para que pongan esfuerzo en el tema. Y en la violencia sexual tenemos un caldo de cultivo para formar personas traumadas y negadas a un futuro mejor. ¿Podemos estar peor con estas cifras y datos? Por eso mejor muchos deciden soplar al viento.