Rendiciones de cuentas

Moisés Panduro Coral

La democracia representativa, por sí misma, nunca ha sido lo suficientemente representativa para satisfacer el espíritu libertario que llevamos en nuestro chip existencial. Por ello, no existe en el mundo una democracia perfecta, tal vez ni siquiera una definición de ella, y en ese contexto, seguirá siendo un ideal. Sin embargo, a partir de las luchas del pueblo organizado y de las reformas implementadas por gobiernos democráticos, hemos ido avanzando en la construcción de una democracia en la que los ciudadanos, sin distingos de ninguna clase, puedan hacer oír su voz, su propuesta, su palabra en los procesos que desembocan en las tomas de decisiones.

A la representatividad que tiene su origen en comicios que se realizan cada cierto tiempo para elegir alcaldes y regidores, presidentes regionales y consejeros, presidentes dela Repúblicay congresistas, -un conjunto de actos políticos y jurídicos que constituyen la legalidad del sistema democrático de una nación-, se han ido adicionando gradualmente nuevas formas de representatividad popular que tienen la función virtuosa de otorgar la indispensable legitimidad democrática al sistema. En mi concepto, la construcción de una democracia legítima, ladrillo por ladrillo, se obstruye, se paraliza, se cae, cuando un gobernante pretende perpetuarse en el poder vía la reelección inmediata e indefinida. Reelección es sinónimo de corrupción, de autocracia, de dictadura; y en el otro extremo, antónimo de democracia, de legitimidad, de autenticidad.

Las nuevas formas democráticas a las que aludo son, -además de la representación popular en los consejos de coordinación local y regional, en los comités multisectoriales, en las mesas de concertación-, entre otras, los presupuestos participativos y las rendiciones de cuentas. Desdichadamente, para el pueblo, la normatividad que obliga a realizarlas y que en un primer momento fue un avance importante en la legitimación democrática de los gobiernos, se ha quedado congelada, y hasta escarnecida y burlada, y, hoy, lejos de ser actos de gobierno que afiancen la democracia, se han convertido en lugares comunes, en asambleísmos aburridos, en peroratas de cifras confusas, normas inentendibles y jactancias a granel, donde el alcalde o el presidente regional leen el contenido de una agenda de contenido genérico, comunicacionalmente insípida y presuntuosamente técnica.

Es el momento de sugerir al Ministerio de Economía y Finanzas incorporar nuevos elementos en los instructivos para estos dos procesos. En el caso de las rendiciones de cuentas, deben ser más explícitos en los ingresos y en los gastos, menos palabreo a la hora de decir en qué y cómo se gastó el dinero, de dónde viene el financiamiento; cuál es la participación del gobierno central en las actividades, obras y proyectos para el desarrollo que se ejecutan en un territorio, pues hay algunas autoridades que las presentan como suyas a sabiendas que desde el 2006 más del 90% de ellas se materializan con recursos del tesoro público (¿qué hacen entonces con el canon petrolero?): Deben mostrarse resultados tangibles, visibles, medibles; indicadores de impacto para saber cómo toda la inversión ha contribuido a reducir la pobreza, la desnutrición infantil, el déficit en infraestructura económica y de servicios, la incidencia de enfermedades prevenibles; o cómo y cuánto han coadyuvado a mejorar la comprensión lectora, el razonamiento lógico, el incremento del turismo, las oportunidades de empleo, la productividad y competitividad del territorio, por citar sólo algunos de ellos.

En mi condición de secretario general aprista de Loreto, hice llegar en ocasión de las rendiciones de cuentas del gobierno regional de Loreto más de treinta preguntas que nunca han tenido respuestas. Los presenté en diciembre de 2010, en junio y octubre de 2011, pero nada. Un ejemplo: hasta ahora no se ha informado en qué se ha invertido los cien millones de soles que como parte del Plan de Estímulo Económico frente a la crisis externa les entregó el 2009 el gobierno de Alan García para la ejecución de obras. Cuáles son esas obras, cómo se denominan, dónde se ubican, cuánto ha costado cada una de ellas y en qué situación se encuentran a la fecha. Nadie lo sabe.

Otro ejemplo: quién sabe en qué se expresa (monto de exportación, valor agregado, instalación de fábricas, ingresos monetarios, etc.) el otorgamiento de 100 millones de soles en créditos para sachainchi, camu camu y otros otorgados con recursos del 12% del canon petrolero en los años 2007-2010, si la información básica acerca de esos créditos es negada y blindada por medio de tinterilladas,  ¿Tan difícil es digitar en excel los nombres y apellidos de los beneficiarios, el monto que les ha sido otorgado (desagregados en: dinero en efectivo, asistencia técnica e insumos, y equipos), el hectareaje y el  lugar donde se encuentran las parcelas, el tipo de cultivo, las estadísticas de producción por parcela y el retorno del préstamo hasta la fecha?.

Estos, y muchos más, son los temas que deberían tratarse en una rendición de cuentas, ya que con un poder judicial pusilánime y corrupto y con una autocracia regional que se reelige a punta de dádivas y propinas, es probable que todo esto se olvide detrás de la cortina del tiempo.