Por: Moisés Panduro Coral

 No es mi intención responder las estupideces y disparates que he leído y he oído en estos últimos días respecto del Récord Guinness logrado por Loreto con un producto derivado del aguaje, una fruta emblemática de la amazonia peruana. La estupidez y el conformismo son improntas que subsisten aún en la mente y en la actitud en algunos segmentos de la sociedad loretana. Mi tesis es que esas improntas son las secuelas directas del extractivismo, el asistencialismo, el facilismo tributario, el falso regionalismo, el pesimismo, el virginalismo ambiental y la politiquería, factores de atraso tan arraigados en nuestro medio que, hasta hace poco, nos estaban ganando la batalla.

Más bien, estas líneas están dedicadas a quienes -como yo- creen, incentivan, perseveran y luchan para que un territorio como Loreto trace y construya su derrotero de competitividad, prosperidad y justicia social al que tiene derecho. Entonces, voy a brindar algunos argumentos a éstos últimos para que contribuyan a liberar de la ignorancia y rescatar del pesimismo a los simplistas que encuentran hasta en una mazamorra la oportunidad para destilar sus rencores, complejos de inferioridad y mezquindades que ningún bien nos hace como pueblo.

¿Para qué nos sirve un Récord Guinness con el aguaje?. Sencillo. Se trata de que una fruta nuestra, un producto derivado de esa fruta y la tierra donde abunda esa fruta se encuentren en un libro que es famoso por registrar las hazañas de competición humana. No se trata de ganar a alguien, sino de marcar referencias de que se pueden hacer cosas imposibles que posteriormente pueden ser superadas. Entrar en este libro – que después de la Biblia es el más leído en el mundo- tiene un gran valor para una sociedad que busca elevar su competitividad. Posiciona nombres, productos, instituciones, comunidades, pueblos.

¿Por qué mazamorra de aguaje, y no aguajina, chupete o curichi?. Más sencillo todavía. Porque mazamorra es una palabra universal para referirse a un tipo de postre, flan, crema o como se la quiera llamar a algo dulce y rico.  El propósito era  y es poner en relieve un producto regional relativamente nuevo pero de aceptación universal. Un comensal europeo o norteamericano difícilmente se levanta de la mesa si no toma un postre. Son pueblos que tienen una cultura del postre y representan por ello una veta gastronómica explotable. Y digo que es un producto relativamente nuevo porque la verdad es que la mazamorra de aguaje es un postre que según mis fuentes se elabora en Iquitos desde los años 30, solo que su consumo ha sido poco difundido. No obstante, puede ser más antiguo.

Por otro lado, la mazamorra de aguaje no es el único producto que se hace de esta fruta. Además de los tradicionales, existe la papilla de aguaje con yuca, causa de papa con aguaje, causa de yuca con aguaje, torta de aguaje, etc. Lo que pasa es que el falso regionalismo que tanto habla de identidad cultural los desconoce. Deberían aprender un poco más sobre la formidable potencialidad que tienen estos derivados del aguaje para la alimentación popular y la nutrición infantil, ahora que Loreto ha logrado reducir la anemia infantil de 61.5% a 52.4% y la desnutrición crónica infantil de 23.8% a 20.9%.

¿Qué pasa cuando un producto tuyo se hace conocido en el mundo? Pues que la gente quiere conocerte. Eso quiere decir que tendrán que averiguar por ti o pensarán en visitarte. Para nosotros es vital que el turismo se incremente. Si tenemos actualmente la ruta aérea Cuzco-Iquitos en operación y proyectamos tener vuelos a Miami y Manaos, es necesario que exista gente interesada en conocerte y que vengan a tu región porque ese flujo le dará mayor sostenibilidad a dichas rutas. Y si esa actividad económica se desarrolla y se vuelve sostenible ganamos todos, desde los empresarios vinculados al rubro y sus trabajadores,  hasta la señora aguajera o aguajinera de la esquina, pasando por agentes de turismo, compañías de transporte fluvial y aéreo, etc. La economía crece, mejoran los ingresos, se dinamizan otros sectores y servicios. Hay, pues, un efecto desencadenante e incontenible a favor del desarrollo.

Si tu producto se posiciona, su consumo se expande, y por ende, la demanda de la materia prima se dispara. ¿Dónde se encuentra la materia prima, es decir, el aguaje? Se encuentra en Loreto. Pero entonces, el virginalismo ambiental pondrá el grito en el cielo y dirá que vamos a depredar los aguajales. Calma. Desde hace dos décadas, las comunidades indígenas y rurales de las cuencas donde abunda esta palmera han venido empoderándose en el manejo de aguajales con el concurso del Estado y de organismos no gubernamentales. Un ejemplo de ellos son los proyectos de conservación y manejo sostenible del aguaje que actualmente ejecuta el Gobierno Regional de Loreto en el Datem del Marañón con financiamiento de fondos verdes.

Paralelamente, se está impulsando una alianza de las comunidades con las empresas para realizar la transformación industrial del aguaje, entre ellos la producción de los insumos que el mundo demandará para fabricar cosméticos, vitaminas, postres, bebidas y comidas. Esa producción provendrá, en un primer momento, de los aguajales bajo prácticas de manejo que ayudará a ensanchar los ingresos familiares y mejorará los niveles monetarios de la población indígena y rural para la satisfacción de sus necesidades; y, en el mediano y largo plazo, de plantaciones de aguaje en el que hay inversionistas interesados.

Es importante señalar aquí que los aguajales son un ecosistema que en Loreto abarca más de 5 millones de hectáreas. Debajo de esa gran extensión, se encuentran secuestrados un billón y medio de toneladas de dióxido de carbono y metano, gases de efecto invernadero que de ser liberados contribuirían a aumentar el calentamiento global y a hacer más dramático el cambio climático. Este valioso aserto científico nos debe llevar a ofertar la conservación de los aguajales en el denominado mercado de carbono. Si consideramos que el costo promedio por tonelada de carbono es de 7 dólares, tenemos una potencialidad de cerca de 10 billones de dólares. Ya se han obtenido los primeros fondos, pero es apenas una minucia frente a esta ingente potencialidad ambiental.

Ahora bien, volviendo a la tan adjetivizada mazamorra de aguaje, debo decir que todas estas oportunidades se abren con mayor facilidad cuando hay un efecto mediático. Uno de los mejores efectos mediáticos es el Récord Guinness, más si está relacionado con del paladar y el estómago, como en nuestro caso. El paladar y el estómago no conocen de idiomas, ni de razas, ni de naciones, ni de creencias, ni de ideologías. Pueden conocer solo de la satisfacción que causa degustar un postre orgánico, vitamínico y sabroso elaborado en base a la fruta de una milenaria palmera amazónica. Eso depende de nosotros mismos.

El que tiene ojos para leer que no solo lea, sino que entienda. Y si entiende que no diga ese disparate de que el récord fue obtenido por la Universidad San Ignacio de Loyola y no por el Gobierno Regional de Loreto. Sabemos que ésa es una mezquindad sin nombre, ya que ambas entidades han sido galardonadas como ganadores del récord. Y si, a pesar de saber que así fue, lo sigue negando pues que le caigan en su encima los 751 kilos de la mazamorra de aguaje más grande del mundo obtenido por Loreto el 30 de agosto pasado.

¿Qué otra forma más habría para hacerle entender?