ESCRIBE: Moisés Panduro Coral                         

Alan García será redimido por la historia. Ahora mismo no, porque estamos todavía en el reino del odio, la bajeza, el morbo y la ignorancia, que ha llegado al extremo de difundir post mortem las especulaciones más aberrantes que la insanía mental puede crear.

Esa situación se explica por los 30 años de vejámenes que ha sufrido Alan García, gobierno tras gobierno. El fujimontesinismo lo persiguió por años, reabrió juicios ya cerrados, puso sus propios jueces; utilizó parlamentarios que viajaron por el mundo entero buscando pruebas, creó las portadas chicha y compró grandes medios para insultarlo y calumniarlo. Nada hallaron. Aún así, Alan fue magnánimo con Fujimori cuando éste fue extraditado durante su gobierno, nunca guardó rencores.

Después, Alan detuvo al chavismo que con sus millonarios aportes quiso secuestrar al Perú a través de Humala. La venganza rencorosa vino cuando el humalismo creó su famosa megacomisión contra Alan, gastaron 14 millones viajando a buscar cuentas o indicios de corrupción de Alan y concluyeron, al final, sin ninguna acusación concreta.

Igual que ahora, no hay una sola prueba, ni testimonio, ni delación, ni cuenta que incrimine a Alan, y sin embargo, mañana, tarde y noche, el fascismo judicial que hace y deshace en el país junto con el gobierno de Vizcarra y la oligarquía mediática, continuaron alimentando ferozmente la inquina y la intriga contra él.

Y así, sin existir ninguna acción penal, ni indicio de culpabilidad, el fascismo judicial quiso escarnecerlo poniéndole marrocas y traje a rayas. La respuesta de Alan fue su inmolación con lo que les dejó sin circo, sin show y sin la vejación que tanto habían soñado esos miserables.

Reitero que la historia reivindicará a Alan. Con el correr de los años se reconocerá su exitoso segundo gobierno que bajó la pobreza en 20 puntos, que hizo crecer la economía en 8% anual y que ejecutó 150 mil obras entre grandes hospitales, colegios, estadios, carreteras, puertos, electrificación, saneamiento, etc.

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Nos queda continuar la gran tarea que Haya de la Torre y Alan se impusieron, cada uno en su espacio-tiempo. Tenemos que forjar nuevas generaciones que aseguren la existencia política del aprismo. Para eso tenemos que derrotar en forma paralela el odio enfermizo y el fascismo judicial, gobiernista y mediático que impera en el país. La memoria de Alan García, como la de Haya de la Torre, nunca perecerá.