Por: Moisés Panduro Coral

En este tema del petróleo, tenemos un serio problema y hay todavía gente que se hace la desentendida, aplica la política del avestruz, toma poses balconeras con rollos hipócritas, y lo que es peor, dispara cualquier disparate para salirse del paso. Como ya es conocido, ninguna de las tres empresas postoras calificadas para la licitación pública del Lote 192 –que concentra el 20% de la producción nacional- han presentado sus propuestas y, por esta razón, Perupetro -la agencia petrolera del gobierno peruano- ha declarado desierta la convocatoria efectuada, a tres semanas de vencerse el contrato de explotación que tiene actualmente la Pluspetrol.

El problema tiene varias aristas. En primer lugar, el mercado mundial de este hidrocarburo ha variado radicalmente desde que, a fines del año pasado, los Estados Unidos decidió levantar la prohibición de exportar crudo que estableció en 1973 como respuesta al embargo que le hicieron entonces los países árabes dominantes de la OPEP. En realidad, las empresas norteamericanas estaban listas en 2014 para que una medida como ésta sea dada por su gobierno: en 2014 ya venían produciendo 9 millones de barriles por día, suficiente para reducir sus importaciones en 2 millones de barriles diarios, satisfacer los requerimientos de su reserva estratégica y exportar el excedente de aproximadamente 1 millón de barriles por día en 2015.

En segundo lugar, esta determinación norteamericana ha agravado el panorama económico regional recesivo que ya veníamos viviendo con la reducción de la inversión pública, por un lado, y el retiro de varias empresas petroleras, por otro lado, éstas últimas motivadas en el 80% por conflictos sociales que han sido exacerbados por los necios anuncios de “un segundo boom petrolero” y eso de “las regalías serán para ustedes” del actual gobernador regional de Loreto, por la poco eficiente atención a las demandas de remediación ambiental por pàrte de las empresas, por la falta de discernimiento e irresponsabilidad de opinantes ambientalistas, mediáticos y políticos que no diferencian las luchas justas de los indígenas con el aprovechamiento particular que algunos de ellos (y los que están detrás de ellos) hacen de las regalías petroleras, y por la cobardía de muchos de no decir las cosas como son.

A la presión hacia abajo de los precios del barril de petróleo en el mercado internacional con la consecuente reducción de ingresos del canon que ya apuntamos anteriormente y que afecta significativamente los presupuestos municipales y regionales, se suma ahora el debilitamiento de nuestra ventaja comparativa como región en cuyo territorio se encuentra el recurso, factor que está vinculado directamente a las oportunidades de empleo en las fases de exploración, explotación, transporte y comercialización, y el frenazo a la economía regional por su repercusión negativa en las actividades conexas o ligadas a dichas fases como el transporte fluvial, el comercio, los servicios.

Se ha propuesto que sea Petroperú la que se encargue de explotar el Lote 192. Si eso es posible lo dirán los especialistas, pero el problema del Perú no son sólo el Lote 192 y su explotación. Al 2014 siete empresas petroleras que hacían exploración se han retirado y han devuelto los lotes,  y actualmente 12 contratos petroleros están paralizados. Petroperú no está en condiciones de asumir -en este momento-  riesgos de pérdidas en exploración ni tampoco puede evitar la consulta previa. Podrá asumir riesgos de aquí a varios años y si no maneja bien lo de la consulta previa los conflictos sociales pueden agravarse, pero antes debemos reconvertirla en una empresa que no sea el botín de grupos, la caja chica de ningún gobierno, ni menos una élite de codiciados sueldos burocráticos. Mientras tanto el mundo seguirá su marcha y llevándonos de encuentro.