Hace pocos días presentaron las encuestas sobre la intencionalidad de voto y también sobre la confianza de los líderes políticos aquí en España. Los diarios y los bustos parlantes en las tertulias televisivas y radiales se centraban en el crecimiento de “Podemos” en un tercer prometedor lugar, es una novísima fuerza política de izquierdas que nubla el horizonte del arco parlamentario de la izquierda española, inclúyase al PSOE. Desgraciadamente, los y las tertulianas ponían las balas en las fuerzas políticas, olvidándose clamorosamente, y por grave omisión, el dato referente a la confianza de los líderes políticos, y que un alarmante tanto por ciento en alza desconfiaban del actual presidente de gobierno español y del anterior líder de la oposición. La situación de descrédito de estos políticos no fue husmeado por las y los tertulianos, como si esa información no existiera, error descomunal y ciego. Pero es muy serio, es un gobierno legal pero que goza de una ilegitimidad que es para no dormir – aunque el actual presidente de gobierno, muy cenizo, este dato poco le interesa. Es una situación que revela el repelús que genera este político y los otros, de los llamados partidos tradicionales o de la “casta”. Recuerdo que en Perú en el gobierno de Toledo, este señor tenía una confianza minima y así sobrevivió, “en perpetua agonía”, durante su mandato, era un síntoma de lo que sucedía y sucede en el país. Mostraba un grave deterioro de la clase política, y ni que decir de la amazónica que anda dando tumbos. Que las y los políticos son minusvalorados por la ciudadanía, y razón tienen, el paro y la corrupción es una de las preocupaciones principales de la ciudadanía de esta parte de la península. Este dato de la ensombrecida democracia española con tufo del legado franquista debe llamar la atención a propios y extraños. Es un síntoma de los tiempos y que pueden augurar otros momentos.

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