Mercado Belén

ESCRIBE: Jaime Vásquez Valcárcel

El escollo para resolver el problema en el mercado de Belén son los vendedores, primero y, los dirigentes después. Lo firmo y reafirmo. No es, como creen algunos politiquerillos de alcantarilla, el Alcalde Hermógenes Flores. Y es que los vendedores de ese sector de la ciudad no tienen ninguna otra prioridad que les permitan vender sus productos hacinados, insalubres y en condiciones de higiene deplorables. Autoridad que quiera cambiar esa característica siempre se convertirá en el enemigo de quien despotricar. Y, peor aún, si alguien les dice que para mejorar la atención al público –que debería ser la preocupación de ellos- tienen que aportar más de lo que actualmente depositan se convierte en enemigo de clase.

Pero en medio del caos dirigencial y la dejadez de la mayoría de vendedores debe erigirse la autoridad edil que, si algún compromiso tiene que asumir, es la de mejorar las condiciones en que se comercializa los productos. De alguna forma Flores debe emprender lo que por negligencia no hicieron Carlos Lozano y Pepe Vela, curiosamente dos médicos que ocuparon la Alcaldía pero que administraron la insalubridad.

Hermógenes Flores ha dicho que mientras los vendedores acepten las majaderías de los dirigentes y sean esquilmados abusivamente por quienes dicen representarlos no habrá los recursos suficientes para cambiar el rostro del mercado quizás más emblemático de la región Loreto. Pero tampoco se puede quedar con los brazos cruzados y admitir que no se puede cambiar la situación. Porque precisamente uno elige a la autoridad para que haga lo que cree y no se deje vencer por el caos que solo beneficia a los que tienen por costumbre cobrar cupos a los vendedores.

El Alcalde de Belén debe mirar la experiencia del Mercado Central de Lima y del campo ferial “Polvos Azules”. En su momento prevalecía el caos y la gente acudía a realizar sus compras con el temor de ser esquilmada por los precios y por los ladrones. Hasta que llegó un señor llamado Alberto Andrade y puso fin a ese desmadre y esas acciones le sirvieron para reelegirse en la Alcaldía de Lima.

Así que Hermógenes no debe atemorizarse con la malcriadez de los dirigentes que están más podridos que una guayaba. Lo que debe emprender es una estrategia inteligente para que lo expuesto en el suelo se haga con limpieza. No tiene por qué considerarse como normal al olor nauseabundo y al aroma pestilente que emana de productos con los que se prepara los alimentos.

Si tan solo logra que la limpieza –tanto de los productos como de los vendedores- se imponga los beleninos tendrán motivos de sobra para alabar al Alcalde.