En esta época de tanta comunicación global hay personas que con sus actitudes nos obligan a repensar lo que está ocurriendo. La naturaleza también nos avisa, el mejor ejemplo ha sido la pandemia global que ha afectado hasta casi todo el último rincón del planeta, salvo para los negacionistas de pelaje variopinto – se une en este sector la extrema derecha, liberticidas entre otras ideologías de pululan por este mundo. Al husmear una revista el otro día me percaté que existen personajes muy cercanos a Robinson Crusoe, que viven al margen de lo que está ocurriendo en este vertiginoso ritmo de la sociedad mundializada. Los mensajes del watsap de un hemisferio a otro nos dan una idea de lo que está ocurriendo con el tiempo. Hay que recomponer las escalas y las proyecciones de los mapas mentales y geográficos. Dentro de ese presuroso tiempo hay personas que se esfuerzan en poner paréntesis y corchetes. Como es el caso de una persona de 81 años, natural de Módena. Vive desde hace 31 años en la Isla de Budelli, en el Parque Nacional del Archipiélago de la Magdalena, en Cerdeña, Italia. Ha ocupado una antigua estación de radio de la Segunda Guerra Mundial. Su nombre es Mauro Morandi, en la foto que se adjunta a la nota periodística se le ve sentado en una silla de troncos de madera, coge un libro entre las manos, con barba y la piel dorada por el sol. Decía la reseña que un día de 1989 el barco en que viajaba quedó varado en esa isla por una avería mecánica, quedó prendado de la isola y lo dejó todo: a su familia, trabajo y se quedó allí hasta ahora que le ha llegado una notificación de desalojo. Mientras miraba su foto me preguntaba, ¿qué se le pasó por la cabeza para decir aquí me quedó y no me muevo?, ¿lo tenía ya pensado?, ¿fue una epifanía insular?, ¿acaso al común de los mortales no se nos ha pasado por la cabeza esa decisión de ir a vivir solo en una isla?, ¿es un acto de rebeldía quedarse en la isla o es la de un cobarde o un valiente?, ¿será una isla fantasmagórica como La invención de Morel de Adolfo Bioy Casares? En 2016 intentaron desalojarlo, pero una petición ciudadana hizo que se paralizara el desahucio, pero parece que ahora van en serio con el desalojo. Este Robinson que hace saltar los tiempos señaló a la revista National Geographic que “No sabría donde ir ni que hacer” sí llegaran a echarlo acotaba. La burocracia administrativa pudo más habiendo irrumpido en el sueño solipsista de Mauro.

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