Percy Vílchez Vela

En la cumbre internacional de Berlín fue premiado,  condecorado y coronado el brillante cineasta conocido como Moisés Mamani. El mismo, provisto de ínfimo filmador, amparado de extraño bolígrafo, agradeció con modestia la distinción, rememoró sus días pasados cuando era un simple congresista, detalló los sacrificios que  hizo para convertirse en la revelación del séptimo arte, derramó  algunas lágrimas de emoción y juró  que iba a seguir filmando a los corruptos de todo pelaje y filiación. Era el momento de la apoteosis de alguien que por fin había hecho una saga filmadora poniendo al descubierto toda la podredumbre de un país extraviado.

El gran Moisés Mamani salto a la fama y al prestigio después de filmar a sus mismos amigos y patrocinadores con motivo de los votos para una vacancia que nunca se llevó a cabo. Cuentan los que saben que después de ese acierto que trajo abajo reputaciones y otras hierbas hizo que Mamani pensara      que había llegado del momento de acabar con esa lacra que extraviada al país. Entonces,  provisto de ínfimo filmador, amparado por su bolígrafo milagroso, Moisés Mamani comenzó a infiltrarse en los lugares más resguardados de los partidos políticos, de la organizaciones respetables, de los gremios del dinero y del poder, de las asociaciones del prestigio y del billete, del mismo palacio de gobierno. El bueno de Mamani aprovechaba la situación para filmarlo todo. Así poco a poco fue formando un compendio de films cortos y largos, de películas, de largometrajes, de estrenos que hablaban de la corrupción con pruebas contundentes.

Nadie le rechazaba pues estaban seguros que era un invitado de honor y que era imposible que siguiera ejerciendo la filmación, Pero Mamani si filmaba todo y cada película sin editar ni cortar era la caída irremediable de tantos.  Así fue como el Perú fue cambiado poco a poco, apartando a las  larvas que vivían de las corruptelas. Muy pronto Mamani se convirtió en el juez que decidía el destino de muchos,  y sus filmaciones se volvieron videos temibles, brutales y definitivos.