La gran transformación

Moisés Panduro Coral

Pocos saben que el lema de la “gran transformación” que el presidente Humala esgrimió en su campaña electoral es una simple copia de la misma frase que se encuentra en un discurso de Haya de la Torre en 1931. Para un militante aprista como yo es una satisfacción que partidarios de todas las tiendas en el Perú y en el continente usen ahora la extraordinaria creatividad doctrinaria de un peruano del milenio, no sólo como método de interpretación de la realidad sino como praxis política y hasta como discurso cotidiano. Con ello está demostrado que Haya de la Torre no pertenece solo a los apristas, sino a todos los peruanos y latinoamericanos.

Pero la “gran transformación” más que un lema electoral, un recurso oratorio o un toque ideológico, es el norte de una doctrina que a su vez incorpora un conjunto de procesos, los que por propia definición, no son cambios traumáticos que se operan de un día para otro o de un año para el siguiente. La “gran transformación” implica la definición precisa de un objetivo superior a alcanzar en el largo plazo y frente al cual se delinean rutas (mediano plazo) que se van implementando sostenida y progresivamente en medio de una dinámica caótica y de un entorno arisco que obliga a realizar ajustes en la trayectoria, de manera que el logro de resultados cualitativos y cuantitativos trazados (corto o mediano plazo) dejen notar el cambio que gradualmente se va operando en la sociedad.

Pues bien, mis amigos, les guste o no, esa “gran transformación” ya se ha venido dando en nuestra nación. He publicado en este diario y en otros medios los resultados y números que se han logrado en el periodo 2006-2011, pero quizás la cifra que sintetiza irrebatiblemente esa transformación es la de la reducción de la pobreza que ha caído de 48% en 2005 a 28% en el 2011. ¡20 puntos de reducción en cinco años!. Van a decir que esas son cifras de las apristas. No es así. Lo han corroborado las cifras publicadas por el INEI dirigido por el actual gobierno. Dirá que no siente esa reducción. No se olvide que reducir no significa eliminar, duele mucho que todavía haya un 28% de peruanos en esa condición, pero es obligación de todos lograr que al año 2016 se reduzca a 16% y al 2021 esa cifra sea de 9%. Ésa es la ruta trazada en el Plan Bicentenario elaborado, aprobado y ejecutado en el gobierno del Presidente García.

Ahora, si usted es escéptico y vive en Loreto dirá que aquí la pobreza ha aumentado. Es cierto. Infelizmente, esa reducción de la pobreza no se ha dado uniformemente en todas las regiones del país. Para baldón del gobernante regional y de los alcaldes provinciales y distritales en nuestra región las condiciones de pobreza han empeorado, mientras en otras han mejorado admirablemente. Las cifras son contundentes y voy a señalar sólo algunas en comparación con otras regiones que eran más pobres que la nuestra.

La desnutrición crónica que en Loreto era de 24.5% en 2007 ha pasado a 24.9% en 2010, mientras que en Huánuco se ha reducido de 41.5% en 2007 a 31.0% en 2010, en Amazonas se experimentó un descenso de 28.9% a 20.3% y en Huancavelica se bajó de 52.2% a 44.7%. En cuanto a hogares con saneamiento básico que es básico para combatir la parasitosis y otras enfermedades infecciosas, Loreto tuvo el 61.9% en 2007 y en 2010 bajó a 60.4%, mientras que Ucayali incrementó de 64.1% a 80.8%, Huancavelica subió de 45.9% a 65.4% y Pasco se elevó de 50.5% a 66.0%. Es decir, en lo que deberíamos de bajar, hemos subido; y en lo que deberíamos de subir, hemos bajado.

No hago comparaciones con regiones de la costa porque la paliza es más grande. ¿Entonces, qué es lo que ha pasado en Loreto en estos últimos años?. He escuchado ensayar respuestas al presidente regional y a sus funcionarios: el clima, la educación, la higiene, la ruralidad, la distancia geográfica. Sin embargo, a mi modo de ver, la explicación es sencilla: ni el gobierno regional ni el 98% de los gobiernos locales de Loreto se han embarcado decididamente en la lucha contra la pobreza. Lo que hemos tenido aquí en la región es puro plan, puro papel, pura entrevista mediática, puro titular de periódico, puro floro radial, puro discurso. Nada, nada, nada de compromiso efectivo, de acción concreta. Ahí están los resultados: la “gran transformación” opera desde hace cinco años en todo el Perú, menos en Loreto donde estamos estancados.

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