Ante todo nuestra muestra de afecto a las víctimas de los atentados en París pensar que hace unos días caminaba con inocencia por sus calles sin saber lo que ocurriría después. Pero también solidarizarnos con las otras víctimas en el mundo que sufren los actos crueles de los fanatismos religiosos o de órdenes militares que convierten sus vidas en un horror. Esas víctimas son invisibles para los medios de comunicación de este lado del hemisferio que solo miran un lado del mundo pero que olvida otros lugares del planeta azul. Pareciera que los muertos de unos valieran más que él de los otros – los peruanos con la experiencia del terrorismo de Sendero Luminoso lo vivimos en carne propia, no era lo mismo vivir en Lima que en provincias. Por eso es muy preocupante que mostremos empatía (a veces empalagosa, de olvido selecto y rápido) por lo sucedido en París y no en otros lugares como Irak, Siria entre otros donde también muere gente inocente con bombardeos aéreos. Son personas que no pueden exiliarse y deben aguantar, tragando carros y carretas, los embates de los ejércitos de uno y otro bando. Viven bajo ese fuego cruzado. Es esa doblez la que fastidia en este lado del globo. En mis peregrinaciones por las ciudades de África reparo que ese lado del mundo no interesa para nada. Salvo que haya golpes de Estado o noticias tremebundas que rondan lo anecdótico. Me comentaban que en Lusaka para acceder a las universidades hay que tener mucha plata. Una niña con pocos recursos intentó acceder a una beca de la universidad (ella tenía un excelente expediente académico). Lo había intentado por dos oportunidades anteriores y la denegaron. En el tercer intento y saber que no tenía la beca se suicidó ¿importó esa noticia a los compungidos medios de comunicación de Occidente que para rellenar noticias te ponen vídeos tontos ocurridos en China o Estados Unidos (y se convierten en viral)?