La bendita gobernabilidad
Moisés Panduro Coral
Algo he aprendido en los talleres de gobernabilidad y construcción de consensos realizados en el Cambridge International Consulting y que fueron auspiciados por la Corporación Andina de Fomento, los que tuve el honor de culminar hace unos años. La primera lección es que en toda negociación política deben diferenciarse las posiciones de los intereses. Las personas generalmente declaran sus posiciones, pero esconden sus intereses. Las posiciones son básicamente objetivas, mientras que los intereses se pueden tornar subjetivos, lo cual dificulta a los involucrados ponerse de acuerdo.
Las posiciones son como la punta de un iceberg. Son los aspectos, los gestos, los pareceres, los discursos (para la exportación, para venderse hacia afuera, se dice) que se pueden visualizar fácilmente porque salen a flote, se exteriorizan, están por encima de la línea de flotación. Visualizar los intereses, en cambio, es una tarea muy complicada si es que se miran sólo desde la superficie. Por ello, es necesario bucear para identificarlos, profundizarse en las aguas, nadar alrededor del gran bloque sólido que son los intereses, realizar acercamientos para describirlos mejor. Son los intereses los que determinan las posiciones. Una posición obedece a un interés o a un conjunto de intereses, sean éstos legítimos o no. No puede haber posición sin interés, porque si no la posición sería un corcho, es decir un objeto con menor densidad que el agua que le rodea, sin base. En una negociación se trata con icebergs no con corchos. Esta es una premisa. A un corcho le recoges con las manos. A un iceberg le estudias con los cinco sentidos, necesitas grúas (esfuerzo) para levantarlas.
La segunda lección es que la mejor manera de avanzar es cediendo, entiéndase ceder como deponer unos intereses para conseguir otros. No puedes avanzar sino cedes. Algunos intereses son como travesaños en un estrecho camino, te estorban, te obstaculizan el avance. Esto obliga a cada uno de los actores a elaborar una prelación de intereses (inmediatos, de largo plazo; principales, complementarios; personales, colectivos, etc.), qué depongo para mostrar mi predisposición a entenderme con los demás. En este nivel es donde se logra aquello que en lenguaje matemático se llama intersección de conjuntos: ¿qué elementos nos unen?, ¿dónde es que mis intereses se intersectan con los intereses de los demás?, ¿qué intereses nos son comunes?. Primero veamos lo que nos une, luego será más viable discutir lo que nos desune. El resultado de este proceso es una primera aproximación al consenso.
Una tercera lección es que una negociación para ser de provecho (en el buen sentido del término, no de como la entienden los brothers de un color “independiente” y los no brothers de todos los colores “independientes”) debe satisfacer a las partes, pueden ser dos, tres o más partes. Para que una negociación sea considerada exitosa no se trata de ganarle al otro o a los otros, o de que uno se lleve la parte del león y los demás las sobras. No es que gane uno y los demás pierdan. Se trata de que todos salgan ganando, de que todas las partes tengan la sensación de que la negociación ha valido la pena. Intentar ganar amenazando, enjuiciando, agrediendo, jugando sucio, tinterillando, ninguneando el interés superior, es propio de los mafiosos, de los capones, y no estamos hablando de mafia como ya he precisado sino de consenso, de entendimiento, de concertación. Es menester apuntar aquí que una negociación exige tolerancia, respeto, humildad, reflexión. Lo contrario a estos, es decir, la intolerancia, la malcriadez, la soberbia, la irracionalidad petardean una negociación, la dinamitan, la hacen explotar y allí todos salen magullados, hasta quienes se mantienen como espectadores.
Una cuarta lección es que, en la medida de lo posible, se eviten los extremos dicotómicos. No sirven los slogans tipo: bosque o madera, vida o muerte, agua u oro, blanco o negro. Es más funcional hablar del bosque y la madera, la vida y más vida, el agua y el oro, de los matices de colores. Todo lo que se aleja del punto medio, del centro de confluencia, nos distancia del consenso. La quinta lección es que se requiere un buen negociador. Tiene que ser alguien que esté por encima de los intereses dispersos y dispares, que mantenga imperturbable su equidistancia y cercanía al mismo tiempo de cada una de las partes, con ojos panorámicos, respetado, creíble, de prestigio. Alguien capaz de pintar un cuadro que retrate el escenario ideal, de entretejer los hilos multicolores que ayuden a lograr un telar colorido, agradable y armonioso.
Ahora bien, con todo esto. ¿Qué esperan en la Municipalidad de Maynas para ponerlo en práctica?. Busquen a alguien que actúe de mediador, intermediario, negociador, pero háganlo ya. Lo contrario es el suicidio. Acaben el enojoso asunto de andar haciendo lo estrafalario, de convertir una maloca de concertación en una tarima de dimes y diretes, de empellones, de vergüenzas, de matonerías, de indignidades. A los vecinos ya se les está agotando la paciencia.
PORQUE LO DICES AHORA? EN LA WEB TODAVIA HAY INFORMACION DE QUE EL 2008 ESTABAS PROPUESTO PARA SER JEFE DEL INDEPA UNA INSTITUCION CULPABLE Y RELACIONADA CON EL BAGUAZO DEL AÑO 2009 Y EN LOS PREDIOS APRISTAS SE DECIA QUE A TU RESOLUCION SOLO LE FALTABA LA FIRMA DE ALAN GARCIA. QUE PASÓ, MOISÉS? TE CHUPASTE O TE VETARON QUE PASO? O EL GORDO NO TE QUISO NOMBRAR?. DI TU VERDAD LA DISCIPLINA APRISTA NO TIENE PORQUE LLEGAR AL SILENCIO.
Cuando el capo de esa mafia llamada Apra impuso su teoria del «perro del hortelano», no necesitó mediador alguno.
Por eso tuvimos el Baguazo, por eso quisieron expulsar al hermano McAuley. Esas acciones, criminales, deplorables y gendarmicas practicadas por el bipolar, nunca fueron objeto de cuestionamiento por parte de los apristas que ahora se la dan de consejeros. Al parecer tambien estaban de acuerdo. ¿intereses? Mas que evidente.
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