La amazonía, el Perú y España
Moisés Panduro Coral
La reciente presentación en España de dos libros editados en la amazonía peruana, que exponen hechos amazónicos, y que tiene como autores y como actores a hombres amazónicos me sugiere que podemos ir a la conquista cultural del nuevo mundo. Subrayo lo de cultural porque la conquista de la que hablo nada tiene que ver con la conquista que los españoles hicieron del imperio de los incas hace ya unos 480 años cuando un grupo de barbudos, cubiertos de petos y corazas, montando a caballo y con arcabuces disparando llegaron, ahorcaron al inca y se adueñaron de estas tierras y de sus riquezas.
Explico la diferencia. Y la mejor forma de explicarme es trayendo a nuestros días una anécdota, no tan delicada, que tiene como protagonista a nuestro exponente mundial de pintura, el peruano Fernando de Szyszlo, el “contemporáneo de todos los hombres” -según el mismo se describió recientemente- y que está recogida en las páginas de una revista. Refiere, de Szyszlo, que en aquella oportunidad el asistió invitado por la embajada española a la conmemoración de los 500 años de lo que fue llamado “el encuentro entre dos mundos”, es decir, la recordación histórica de la fecha del 12 de octubre de 1492 en que Cristóbal Colón llegó a la isla de Guanahaní en América.
Después de los discursos, cuando los invitados a la reunión se encontraban disfrutando el cóctel y los apartados se habían formado y adentrado en sus tertulias, se acercó una diplomática de la embajada anfitriona quien les saludó y se integró al grupo. La ocasión fue aprovechada por uno de los contertulios para cambiar el giro de la conversación y preguntar a la recién integrada la razón por la cual el gobierno español había ordenado la detención, allá en la “madre patria”, de un numeroso grupo de peruanos indocumentados en plena celebración del quinto centenario de lo que se ha dado en llamar también el descubrimiento de América.
La respuesta de la susodicha no se dejó esperar. Como leyendo un libreto aprendido de memoria afirmó que los peruanos habían sido detenidos como parte de un operativo destinado a capturar a quienes asaltaban a los transeúntes en una de las vías más transitadas que lleva hacia la capital española, agregando que el gobierno debía actuar así para preservar la seguridad y la economía de los ciudadanos españoles. Relata de Szyszlo que, sin perder la calma, intervino y dijo: “entonces, mi señora, por qué razón los peruanos tenemos que celebrar los quinientos años en que un grupo de indocumentados y ambiciosos analfabetos españoles vinieron a asaltar, a matar, a robar y a quitar todo a la gente de aquí”. La diplomática se quedó estática. Fernando de Szyszlo tomó un trago, se despidió de los que le rodeaban y se marchó.
No hay que ser perspicaz para entender lo que el pintor quiso decir. Las relaciones entre dos naciones deben sustentarse no en una cuestión de razas y colores, sino en la igualdad en el trato a nuestros semejantes. No debe extrañarnos, por ello, que como una natural respuesta a esa falta de igualdad, la opinión común en nuestros predios es de que quienes conquistaron la parte del continente que corresponde a América Latina eran unos ignorantes y delincuentes que en esa época constituían la escoria de Europa, como escuché en un documental latinoamericano; o que los vicios, taras, pestes y trabas al progreso humano han sido traídos aquí por los conquistadores españoles; o que nuestros países serían mejores si los que llegaron aquí no hubieran sido españoles. Es decir, hemos llegado al extremo de poner todo en un solo saco: virtudes y defectos, nacionalidades, credos, actitudes, identidades.
A mí, por supuesto, -en palabras del poeta nicaragüense Ernesto Cardenal-, me vale verga que vengamos de españoles, ingleses, orientales o esquimales. Si hablamos de razas, la nuestra es la raza novomúndica, la raza de los milenios del futuro, la raza cósmica de la que habló don José de Vasconcelos, concepto que consolidó para la ciencia social el dicho popular recogido por don Ricardo Palma en sus “Tradiciones Peruanas” de que aquí el que no tiene de inga, tiene de mandinga. Lo que me importa es que soy amazónico y que soy peruano; que me afirmo en mi identidad de ríos y de bosques, de vida y de escenario, de tierra y de hombre, pero también en mi necesidad de afiliación y de autorrealización nacional; y que, junto a la exigencia de reivindicar mi región está la ineludible tarea de construir la grandeza del Perú como un todo.
Por eso me suena irritante -ya ocurrió en una red- que no falte por ahí algún palurdo que al leer lo que escribo pueda objetar la mención al imperio de los incas cuando estoy tratando un tema amazónico. Quedan todavía por ahí gente con entraña de comistrajo que en el colmo de la mezquindad regionalera afirma que si vivimos en la amazonía o hablamos de ella o desde ella, no es regionalista ni académicamente correcto que se haga una referencia al imperio de los incas. Ésos son los vastos de la nadería que buscan contraponer la costa a la selva, el río Amazonas a la ciudadela de Machu Picchu, la maravilla natural a la maravilla humana. Son los zopencos maquillados de erudición que alguna vez intentaron poner en tela de juicio la sexta estrofa del himno nacional porque según su menesteroso criterio aquella alude a los andes y no a los ríos. Son la antipatria forrada de docta crepé que pregonan separatismos territoriales en una nación que más bien debe integrarse en torno a objetivos superiores.
Volviendo a la presentación en Madrid. Tengo el presentimiento de que en el horizonte de los años y en el anhelo de alcanzar la igualdad, los libros presentados son el inicio de un camino y la continuidad de otros pasos que nos ayudarán a prosperar en esta ambición de conquistar culturalmente el viejo continente. Ambición sana que, al mismo tiempo, es pretensión, proyecto, esperanza, designio, inspiración.
Señor Moises, hace unos meses atraz usted publico un articulo titulado «La espectral boa de hierro» en la que discorda de la ruta trazada y forzada por el Sr. Vasquez y dice que usted tiene una ruta alternativa para el Tren.
Sinceramente, no solo a mi me gustaria saber cual es esta ruta, tambien a todos los lectores de este diario. Si fuera tan amable en pu publicar este articulo, los Loretanos agradeceriamos mucho esta valiosa informacion.
Atentamente,
Carlos del Aguila Trigoso
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