Moisés Panduro Coral

Moisés
Moisés

 Este 22 de febrero para mí y para cientos de miles será una fecha especial, Maestro. Lo primero que debo hacer es dar gracias al Todopoderoso por tu llegada a Trujillo hace 120 años. Dirán que mi identificación entera con la causa que forjaste y con los ideales que enarbolaste es fanatismo, idolatría o culto a la personalidad, pero no hay nada de eso, pues en tu ejecutoria cívica siempre rechazaste esas formas de desequilibrio emocional y de apasionamiento irracional por ser contrarias al libre pensamiento, a la dialéctica y al relativismo científico, y porque tanto usted como yo hemos sabido siempre que hay una Inteligencia Creadora por encima del existencialismo humano.

Admiro tu reciedumbre para enfrentarte a los poderosos de todos los tiempos, tu capacidad creativa para interpretar el devenir histórico y diseñar escenarios de integración continental, pergeñar propuestas de cómo enfrentar los imperialismos vengan de donde vengan, y construir utopías hermosas de justicia social, de libertad, de equidad y de democracia, sin las cuales el amor al prójimo y la solidaridad humana no pueden entenderse ni aplicarse en su plenitud vital.

 

Me instruye tu sabiduría holística que traza derroteros de superación de los enfoques lineales que han estado vigentes por mucho tiempo para adentrarnos en la perspectiva multidimensional de las ciencias, de la política y de la historia; que busca derrotar el dogmatismo para afirmar la diversidad y la tolerancia en un mundo dinámico y complejo, y que ha peleado contra el absolutismo tiránico en todas sus facetas levantando las banderas del relativismo encauzador e impulsor de un mundo más humanista y menos materialista.

Más aún, elogio tu perseverancia para forjar un movimiento con ideología y praxis que pronto llegará a los 100 años. Debo reconocer, sin embargo, que no estamos siendo prudentes ni consecuentes contigo y con la gran fraternidad que edificaste. En el tiempo actual más que nunca, el aprismo que es tu obra preciada debe dar ejemplo de unidad de la diversidad pero sin tolerar pillos en su seno, debe reconstituirse en la hermandad de espíritus superiores decididos a luchar y a morir por los ideales que tu esgrimiste; y debe ser siempre una escuela de preparación para la vida, una manera de ser ciudadano, una actitud perenne de servicio al pueblo, una herramienta liberadora de prejuicios, de taras y de vicios que han depreciado la condición humana.

Me encamina tu ejemplo de vida, porque quien conozca tu biografía encontrará la senda de los hombres libres y de ideales nobles que tu has trazado; quien mire tu ejemplo de líder de multitudes, sencillo, desprovisto de rencores, austero y honesto encontrará el sentido de la trascendencia humana, la historia viva de cómo entrar en la historia sin llevar medallas o fajas en el pecho, el testimonio personal de cómo llegar a la conciencia del pueblo, sin oro ni fusiles.

Reitero, Maestro, lo que dije cuando en mi adolescencia abracé la causa aprista: eres mi paradigma de político, y quiero que lo seas para quienes nos sucedan en la gran tarea.

1 COMENTARIO

  1. 120 años de claudicaciones doctrinarias, mezquindades, concesiones y traiciones. los apristas nunca entenderán al verdadero Perú. Peruanicemos al Perú.

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