Escribe: Jorge Martín Carrillo Rojas. 

Pablo Enrique Rojas Bardales, es mi primo hermano, el mayor de los nietos de la familia Rojas Montalván. Nació, creció y vivió gran parte de su vida en la calle Bermudez, frente a la plaza 28 de Julio. Hijo de Pablo Antonio y Bertha, fue el que emprendió la zaga de nietos, de esa fuerte sangre como somos los Rojas Montalván.

Paique, como lo llamábamos quienes lo conocimos, fue diferente a todos. El hijo mayor de Pablo Antonio Rojas Montalván. Siempre lo vi leyendo un libro, revista, diario o papel que tuviera texto alguno. Paique leía con voracidad. 

Como todo ser humano fue imperfecto y no soy quien para juzgarlo, pero si para reconocer que, además de ser un apasionado por la música, sobre todo las de su época, como el break dance, se dio tiempo, sin que sea tarde, para estudiar una carrera superior. No optó por el periodismo, como su papá, mi tío Pablo Antonio. Eligió la docencia que le permitió enseñar, no en la ciudad, sino en otros lugares. Durante años fue maestro en Tamshiyacu, en donde formó una familia junto a Deysi, que le permitió ser padre. Ahí están Pablito, Sergio y Brigith, imágenes vivas de Paique. 

Fue tanta sus ganas por la docencia que lo llevaron a dejar a su familia y explorar nuevos horizontes. Fue en Yaquerana, en Colonia Angamos, en el Yavarí, donde siguió con su labor de maestro y fue en dicho poblado, alejado de capital y de su hogar, donde le sorprendió la muerte, la que terminó partiéndonos el corazón.

Si algo extrañaré de Pablo Enrique, es su sonrisa, pese a los problemas que tuvo. Fui testigo de la atención a sus hijos y a la madre de ellos. Si de algo estoy y estaré orgulloso es de ello. Tus errores, como todo ser humano, han sido nada, frente a las virtudes en ti.

Has puesto a la familia de cabeza, sobre todo por situaciones repentinas y tristes, que además lleva a buscar por todos los medios tener al ser querido junto a uno y darle el adiós, que todo ser humano se merece. 

Hoy, la casa donde naciste te recibe, para junto a tu familia, recordarte con alegría y muchas anécdotas. Y como lo ha pedido la madre de tus hijos, será en Tamshiyacu, donde te daremos el último adiós. Ahí, en aquel pueblo que junto a tus compañeros de trabajo, como los de Yaquerana, se han mostrado solidarios con tu familia. 

Gracias en nombre de la familia Rojas Montalván y Rojas Saboya, por todas las muestras de cariño y afecto hacia mi primo y hermano Paique, sé que él desde el cielo estará sonriendo, porque acá más allá de llorar, al menos por mi parte, siempre lo recordaré con mucho amor y cariño. Hasta pronto Paique! 

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