El congresista republicano norteamericano por Nueva York, Michael Grimm, amenazó al reportero de televisión NY1 en el Capitolio luego que le preguntaran por las denuncias sobre irregularidades en la financiación de su última campaña electoral. El representante dijo que podría “tirarlo por el balcón” ante esa pregunta incómoda. Las redes sociales han dado especial cobertura al tema porque las palabras del congresista fueron terribles: “Que te quede claro, si me vuelves a hacer algo así te tiro por el puto balcón”.

Para que se note que en todas partes del planeta hay políticos que pierden los papeles con facilidad. Y, por supuesto, que en todas partes existen políticos que amenazan pública y secretamente a los periodistas que les realizan preguntas incómodas. ¿Qué es una pregunta incómoda? Pues todas las que el político considera le perjudica en su imagen pública. Pues, sabrán, que los políticos –como la mayoría de seres humanos- tienen una vida para las tribunas y otra para las alcobas. Eso ya no es novedad. Y el caso más reciente es el del presidente francés, quien tuvo que dimitir, matrimonialmente hablando, luego que un periódico galo revelara sus entretelones fuera del Palacio de Eliseo. Los políticos se acostumbran a que les pregunten cosas sencillas y de respuesta fácil. Creen que con eso se curan en salud. Cuando no se dan cuenta que la gente común y corriente sabe de la biografía de sus autoridades más de lo que ellos mismos se imaginan.

Se entenderá que en Iquitos todos los políticos quieren preguntas cómodas. Rechazan y combaten las preguntas incómodas. Es más, por eso se entiende y explica que ya se ha hecho común que los políticos tengan su propio medio de comunicación. Para decir lo que quieran y hacer publicar lo que desean. Esto tampoco es una novedad en Iquitos ni en ninguna parte del planeta. Si no adquiere un canal, radioemisora o diario hace todo lo posible por secuestrarlo y eso es, a veces, peor que “tirar desde el puto balcón” al periodista.

Los periodistas tenemos que seguir con las preguntas incómodas. Moleste a quien le moleste. Pero no sólo a uno sino a todos. Sería bueno que se haga una relación de preguntas incómodas para todos los políticos, especialmente a los candidatos. Cuanto más incómoda sea la pregunta será más entretenida para el público. Mientras más difícil sea la pregunta se beneficiará el mismo político, dependiendo –claro está- de la respuesta. Hay políticos en Iquitos que aparecen en los programas tres veces por semana reiterando propuestas y promesas de hace un lustro y, encima, creen que eso los favorece. Y hay colegas que han renunciado a un principio elemental de la profesión: hacer preguntas difíciles.

Si los políticos quieren tirarnos del “puto balcón” no será necesario que nos vayamos al Capitolio porque en la capital loretana poseemos varios balcones que también son putos. Así que periodistas y políticos tenemos la palabra, tanto para preguntar como para responder.