El pelotero Jean Deza abandonó finalmente el fútbol porque estorbaba su complicidad con la noche y las copas. Después de reincidir en amanecidas y citas de licor, de frecuentar nocturnos cumpleaños y de aparecer en los programas de la farándula,  siguió jugando como si nada grave estuviera pasando. Era extraño que la directiva de Alianza Lima no le sacara del equipo y le mantuviera como una promesa latente.  Así que cierta vez el jugador apareció mamado a jugar un partido importante. Eran evidentes sus signos de mareación y así quiso jugar pero el entrenador no soportó más esa conducta borrachuda y fue echado del equipo grone. El pelotero no sintió ningún dolor por esa separación definitiva,  y financió con sus ahorros la instalación de una discoteca de amanecida. Pero el negocio quebró ya que el consumidor más eficiente y consumado era él mismo. Y solía beber de sol a sombra mientras los dependientes hacían lo que querían con el negocio. La quiebra de su inversión inicial hizo recapacitar al citado. En un momento de lucidez decidió vender otros licores que no le gustaban a él para así evitar el hecho de beber su propio esfuerzo.

Entonces arrendó por Iquitos y luego de averiguaciones abrió un surtido bar de licores regionales que él no bebía. Al principio el negocio fue todo un éxito pues no era habitual que un ex pelotero pusiera un bar. Los parroquianos consumían día y noche los preparados de Jean Deza y así todo iba viento en popa hasta que al pelotero se le ocurrió incursionar en el consumo de esos licores de raíces. Fue entonces que en poco tiempo se acostumbró a beber grandes cantidades de esos tragos y al final su negocio quebró.  Y el pelotero quedó en la mera calle, sin nadie que le asista o siquiera le mire. Estaba al borde de la ruina y,  como ya no podía vivir del fútbol,  tuvo que convertirse en pordiosero.

En el presente, pasados tantos años luego de su agitada vida, es común y corriente verle recorrer las calles de Iquitos con una botella de ron en el bolsillo.  Continuamente bebe mientras pide limosna. Nadie se acuerda ya que en su momento era uno de los mejores extremos del pelotismo peruano. Todo eso es el pasado y Jean Deza ha entrado en los suburbios del olvido