Entre los nuevos alcaldes elegidos el lejano 5 de octubre del olvidado 2014, figura un candidato que no pensaba volar tan alto. El señor X, que postulaba a una modesta regiduría en el distrito fronterizo de Torres Causana, terminó de burgomaestre de Maynas. Es decir saltó desde más abajo hasta el techo. Ello gracias a la voluntad de los personeros, al dictado de la cifra repartidora que hace estragos con los puestos y lugares y a las hazañas de viejos políticos que cambian y alteran los números fuera o dentro de la cancha de las ánforas.

Desde el sillón consistorial el muy afamado señor X inició su mandato edil que acabó pronto. Es posible que fue mal aconsejado por su equipo de asesores que cree que los ciudadanos de ambos sexos son estúpidos de nacimiento. Se hacen con el tiempo. Y emitió un decreto consistorial poniendo un impuesto al uso diario de la luz del sol. En los considerandos legales el documento de la sustentación de la cobranza sostenía que era un abuso que las personas, naturales y jurídicas, siguieran disfrutando gratis de los rayos del astro rey. Durante millones de años todos y todas se habían beneficiado con ese don luminoso sin dar nada a cambio. Era el momento de sacar una tajada del alumbrado estelar.

Para detener las inevitables protestas, pues a nadie le gusta el impuesto, el burgomaestre salió a pararse en medio de la plaza Sargento Lores. Allí recibió los rayos solares sin mirar de frente al viejo astro. Luego extrajo de uno de sus bolsillos el novísimo solímetro, aparato que sirve para medir el consumo de la luz resplandeciente. En el momento en que iba a pagar su impuesto sucedió algo que hasta ahora causa espanto en la población. El alcalde fue detenido para ser internado varios años en la cana, mientras los fiscales investigan todo lo referente al sol, las estrellas, las nubes y las tremendas lluvias que se vienen.