Alfredo Torres, analizando desde la década de los 70 a la actualidad, advierte 7 grandes tendencias centrales del voto de los electores peruanos, los cuales son:

  • Voto por el cambio: la población de manera general opta por el postulante que en apariencia corregirá errores y limitaciones del gobierno anterior.
  • Voto personalista: se aumenta la capacidad de atracción al electorado independiente en base a atributos personales, ello debido a la falta de institucionalidad en los partidos políticos, teniendo en cuenta que en el Perú no hay un arraigo partidario como por ejemplo en Colombia, Chile o México –salvo excepciones aparentes–.
  • La derecha democrática pierde: la derecha democrática es atractiva solo para un sector del electorado, ello debido a que existen dificultades en captar a sectores populares, ya que dichos sectores prefieren un candidato que sea “autoritario” –entendido como fuerte contra los problemas, no manipulable y frontal de cara a los problemas advertidos– y “democrático” –trabajar para el pueblo, con valores básicos como laboriosidad, honradez, lo cual puede ser cinismo que puede pasar inadvertido–.
  • La izquierda es marginal: usualmente el discurso de la izquierda tiende a ser recargada de demasiada ideología, lo cual no ayuda muchas veces en campaña, en cambio los planteamientos más concretos para los electores son más atractivos –además de las usuales divisiones entre los partidos de izquierda, que genera pérdida de fuerza electoral–. En 1983, Alfonso Barrantes obtuvo la victoria más recordada de la izquierda ganando las elecciones en la capital, pero su gestión estuvo más cargada de asistencialismo que de ideología socialista.
  • La alcaldía de Lima no lleva a la presidencia: es usual ver que ex alcaldes luego de su ocupación edil en la capital postulan sin éxito al cargo más alto nacional, ello se debe principalmente a que en provincias los electores sospechan de un próximo centralismo que los pueda dejar de lado.
  • Expresidentes pueden volver: Teniendo como ejemplo a Belaunde y García, luego de un periodo –aproximadamente una década– se pueden volver atractivos nuevamente, pese a que hayan tenido un mal primer gobierno. Pero también pueden volver a perder por la actividad mediática más activa de estos días.
  • Voto regional y socioeconómico: nuestro país no solo es diverso en ecosistemas naturales, también de acuerdo a las zonas, regiones y niveles socioeconómicos, se generan ecosistemas fictos que impulsan determinados tipos de ideologías y preferencias electorales, como por ejemplo en Lima –usualmente– prefieren a un candidato con tendencia a la globalización y derechista, empero en nuestro oriente prefieren a un candidato de centro izquierda. (Torres 2010: 171-175).

Con forme a lo descrito, para Torres el candidato ideal y posible ganador en una disputa electoral en la mayoría de los casos, es quien cuente con una trayectoria “exitosa” –usualmente el que haya tenido exposición mediática demostrando algo de proyección social con atención a cuestiones entendidas por la población como problemas públicos– en el sector público o privado, con una familia tradicional “consolidada” –como respuesta a nuestra sociedad en su mayoría conservadora–, que sea relativamente joven, entre 40 y 50 años –ello asociado a la vitalidad, fuerza para luchar con los problemas propios del puesto, siendo autoritario y dictador a la vez, y en las ideas innovadoras que tendrá el nuevo gobernante– y como cuota indispensable que cuente con formación universitaria, preferentemente en economía, ya que en general el mandatario deberá entender las figuras económicas para la solución de los diversos problemas. (Torres 2010).

En ese sentido, se advierte que religión y etnia se viene dejando de lado tanto como el sexo del postulante, ya que por ejemplo para aproximadamente un tercio de la población estos temas son indiferentes, empero las últimas encuestas muestran que la mayoría de mujeres espera que próximamente contemos con una mujer en el sillón presidencial; sin embargo, ello es una tarea pendiente hasta lograr el real empoderamiento de la mujer.

Sin lugar a dudas, el análisis realizado por Torres muestra un estado situacional especial en nuestro país, pero lamentablemente también se evidencia la posibilidad de incursión de los conocidos outsiders, quienes son candidatos fuera del establishment usual de la política, en búsqueda de una renovación de ésta, como respuesta a la decepción ciudadana, a los políticos “tradicionales” y a la falta de institucionalidad partidaria –tal como lo vemos en nuestro país al día de hoy–.

Pero de acuerdo a las experiencias internacionales, estos tipos de candidatos representan, contrariamente a lo esperado, un peligro puesto que permite la despolitización –lo cual afecta a nuestra naturaleza de zoon politikón establecido por Aristóteles y podría llevar incluso al desgobierno– y peor aún permite la toma del poder de personajes peligrosos como en su momento fue para Alemania, Adolf Hitler y ahora en Brasil el ultra derechista, con tendencias fascistas, Jair Bolsonaro –espero equivocarme– y como ejemplo nacional tenemos a Alberto Fujimori, tras derrotar a Vargas Llosa quien definió desde el principio su línea política.

A modo de conclusión, frente a los diversos problemas descritos sobre el candidato ideal y las preferencias electorales, se advierte una imperante necesidad de fortalecer a los partidos políticos, a fin de evitar la consolidación de la elección de outsiders, empoderar a la mujer, en búsqueda de una real equidad en la política y sobre todo fomentar la cultura política y crítica objetiva de la población,  para que no pueda ser víctima de la manipulación mediática como nos advierte Noah Chomsky, a fin de asegurar que los candidatos elegidos sean los mejores y se llegue a la consolidación nacional, salvaguardando el bienestar e intereses de los ciudadanos.

Miguel Angel Rojas Rios

Abogado

Maestrando en Gobierno y Políticas Publicas

rojasr.miguel@pucp.edu.pe

BIBLIOGRAFÍA

TORRES, Alfredo

2010     “Opinión Pública 1921-2021: Un viaje en el tiempo para descubrir como somos y que queremos los peruano”. Lima: Aguilar, pp. 171-186.