8:30 pm. Domingo 15 de julio de 2018. En el televisor, con voz briosa cargada de indignación — no es para menos con todo lo que revela—, la conductora del programa periodístico que suelo sintonizar los domingos por la noche, presenta un reportaje sobre los nuevos audios que embarra con más énfasis a los magistrados del CNM, pero lo preocupante ahora es que el nivel de corrupción a “gran escala”, como agua de río en creciente, desbordó los interiores de esta institución llegando a involucrar personalidades de la fiscalía, el congreso y algunos ministerios. El reportaje anterior (resumen de la copa mundial de fútbol) cargaba consigo emociones, aunque estas no tenían nada que ver con la preocupación o mucho menos con la decepción. Este campeonato, que se realiza por un mes cada cuatro años, trajo consigo nuevas energías para los países participantes, nuevos jugadores pudieron lucirse, la alegría y la tristeza se complementaron con cordura haciendo que extraños puedan darse un abrazo y griten un gol a una sola voz.

Lo que pasa en nuestro entorno, más si es el cercano, debe interesarnos. Los nuevos logros debemos felicitar hasta el nivel de promover una cultura de la calidad en todos los sectores, donde la meritocracia sea lo que se tome en cuenta y no la coima. Aquellos malestares que traen desigualdad, retraso, convulsión social, incluso la muerte, debemos evitar y erradicar de nuestras vidas. Para muchos de los pobladores ya es letra muerta —tantas veces que nos repiten lo mismo desde la escuela— eso de juntarnos todos para transformar la sociedad. Nada más que crisis ha generado la indiferencia, ahora es que sentimos en carne propia las consecuencias de la corrupción, pudiendo haber evitado que los políticos principalmente logren crear una red delictiva nacional.

5:30 pm. Sentado a orillas del río, en compañía del viento y la arena como únicos testigos de mis reflexiones, he preferido escapar de toda carga académica, no quitarme la responsabilidad de estudiar, sino despejar el pensamiento de los quehaceres que las ganas de superación personal demanda. Encontrarme con el yo interior, ese que bien me ha sabido guiar, no es tarea fácil. Lo extraño de aquellas conexiones es que ocurren cuando lo necesito, pero no son voluntarios, es decir no los produzco. Trato de disfrutar el ocaso como nunca antes. El reflejo del sol en el agua es único; los últimos rayos de luz que dan a mi rostro son las muestras intensas de fortaleza que me llena.

La naturaleza día a día me sorprende con sus misterios y maravillas, me demuestra lo insignificante que soy para ella, sin embargo, como especie que la habita y explota no he hecho nada en comparación a todo lo que me dado.

9:15 pm. Alistándome para descansar distingo a distancia el ejemplar de Canto General, de Pablo Neruda. Este libro, como acierto del destino, se presentó en mi vida para contribuir en la formación de aquel joven rebelde, cuestionador, y sobre todo defensor de los derechos y la dignidad del país. Lo leí por primera vez en febrero del 2016 como un encargo o recomendación de lectura de mis maestros de Literatura del COAR, luego lo analicé en clases para las evaluaciones internas en el colegio. Desde ahí me cautivó con mayor motivo la poesía de Neruda, esa fuerza suya para denunciar a través de la palabra los estragos contra la población de los políticos en Latinoamérica. Un compendio de la historia del continente americano como ningún otro, con mucha sensibilidad por los hombres oriundos de estas tierras, con un rechazo de la barbaridad de los europeos hacia los indígenas, con una preocupación por la degradación progresiva del medio ambiente por aquellas transnacionales que dicen traer el desarrollo. Cuanto cambio ha sufrido la naturaleza milenaria donde: Antes de la peluca y la casaca / fueron los ríos, ríos arteriales: / […] el hombre tierra fue…