Todos lidiamos con esto: ver gente, ya sea en la televisión, en libros o en vida real cuyas vidas no aprobamos de una manera u otra, ya sea por sus hobbies, hábitos, sexualidad, religión o su trabajo.

Esto es normal, todos somos distintos y venimos de lugares diferentes, pero a raíz de varios artículos que he estado leyendo acerca de numerosos actos de intolerancia, he decidido escribir un poco acerca de por qué uno debería mantenerse civilizado al tratar con personas cuyos estilos de vida no son tus favoritos.

Evaluemos el ejemplo de la sexualidad. Digamos que eres uno de esos conservadores a quien le da nauseas de tan solo pensar en dos personas besándose si no son un hombre y una mujer. Si eso es todo lo que haces, sentirte disgustado para tus adentros, no estás haciendo tan mal, pero en el momento en el que le gritas un comentario grosero a dos chicos/chicas en la calle, o hasta empiezas toda una marcha para quitarles sus derechos, empezamos a tener un problema.

Tú tienes el derecho de tener una opinión, votar por el partido que quieras, y ser libre en general… ¿así que qué te hace creer que tú deberías poder quitarle ese derecho de ser libre a otra persona por algo que no se puede evitar?

Quiero que te mires las manos ahora mismo. ¿Tú escogiste nacer del color que naciste con la nacionalidad con la que naciste? ¿Tú (voy a suponer que eres hombre) saliste de la barriga de tu mamá y pensaste, «sip, me van a gustar las mujeres?» No, es algo que ocurrió naturalmente.

Tú no escogiste nacer rubio o moreno más que ese chico al que fastidias eligió que le gustaran los hombres, y ese es un concepto que muchos no comprenden. No te tiene que gustar, pero es 2017… ya es hora de que lo vayan aceptando.

Si estás pensando, «¡pero mi religión dice que está mal!», perfecto, justo iba a hablar de eso. Es tu religión, no la de todos o la de los demás.

De acuerdo con el informe de Derechos humanos de transexuales, lesbianas, gays y bisexuales en el Perú elaborado por PROMSEX en el 2015-2016 se produjeron ocho asesinatos contra homosexuales y transexuales, 43 casos de agresión y 20 casos de discriminación. En todos los casos la población LGTB constituye una población con altos niveles de discriminación.