Estudiante: Eloy Manuel Pizango Sangama
Grado: 5°I.E. Rosa Agustina Donayre de Morey – Iquitos
Asesora: Lilia Magaly Angulo Pérez-

Recorres las páginas de LA CASA DE LAS FRONTERAS del autor iquiteño Gerald Rodríguez y te encuentras con un reto, ya que no hay un estilo tradicional en cuanto a la forma en la que fue escrita y a la temática que aborda; soy estudiante del 5° año de secundaria, puede que mi amplitud literaria no sea vasta; sin embargo, quiero narrar mi experiencia, y es que mi encuentro con esta novela resultó accidentada, al inicio tuve la sensación de no comprender nada, me parecía estar leyendo páginas que no tenían relación entre sí, hasta que te dejas llevar por el hilo conductor que no es uno en realidad, pero como dice la expresión: muchos caminos llevan a Roma y así es como llegué a comprender, quizás sólo un poco, el mundo literario de Gerald Rodríguez.

En primer lugar, centrándonos en la forma de la narración, el autor hace unos juegos temporales en cuanto a la trama, ya que la historia se nos presenta en orden no secuencial, los acontecimientos se entrelazan de manera atemporal. Además, los roles de los personajes varían, puesto que se intercambian en determinadas partes de la obra, mutando de personajes a narradores.

Por otro lado, para entender el tema, es necesario centrarse en el contexto histórico al que pertenece la novela, los últimos días del gobierno de Leguía (1919 – 1930). Habla de una situación de decadencia política, económica y moral para la sociedad de ese entonces, el autor describe cómo eran tomadas las decisiones políticas y cómo eran asignados los cargos importantes, tenemos pues, ante nuestros ojos, a la corrupción en su máximo esplendor.

Otro punto que considero relevante, es la visión que nos da de la religión, el autor, tomando como punto de referencia momentos claves de la historia, nos revela, acaso algo que ya sabíamos, nuestro supuesto “descubrimiento” como pretexto para una invasión española que saqueó la costa y la sierra del Perú, quedándose con la leyenda de la existencia de un lugar donde abundaba el oro aquí en la Amazonía, lugar que nunca pudieron encontrar debido a las condiciones inhóspitas de nuestros bosques. En pocas palabras, ellos no vinieron a evangelizar, sino a buscar oro y riquezas; en la novela, Luis Martínez de Balboa, luego de ganar un premio en su natal España, viene a la Amazonía a buscar el Paraíso de Dios y fracasa en su intento como tantos otros compatriotas suyos que le antecedieron.

Finalmente, dentro de la temática, también se encuentra el abuso cometido contra nuestros hermanos indios, a quienes se les quitó la cualidad de hombres y se les despojó de sus tierras, hijos y mujeres; en la obra, es imposible no indignarse cuando el autor nos narra que las hijas eran arrancadas de sus padres porque estos no podían pagar las deudas que tenían con los hombres poderosos de ese entonces, los azotes crueles a los que se veían sometidos cuando cometían una supuesta falta o cuando simplemente le daba la gana al patrón, también se enfoca el aspecto de los abusos constantes con las mujeres indias, sometidas a la prostitución por sus dueños.

En este contexto se desenvuelve Hipólito, que es el resultado del declive de toda una familia que fue poderosa, pero que no supo entrelazar sus relaciones de parentesco, Benjamín encarna al padre déspota, desinteresado, inhumano, a quien sólo le importa satisfacer sus deseos y ambiciones, sin importarle nada más, ni siquiera su propio hijo; Temis representa la belleza y la inocencia de nuestras jóvenes indias indefensas y sometidas a las bajezas de los blancos con dinero.

Puede que la obra parezca extremista, pero es quizás una advertencia para los que andan cometiendo abusos en diferentes aspectos; el dinero es importante, pero jamás reemplazará a la felicidad de tener una familia unida, una conciencia tranquila y amigos desinteresados, aquí radica el mensaje del autor. Me despido, agradeciendo la oportunidad de poder expresar mis impresiones sobre esta obra fuera de lo común.