ESCRIBE: Jaime Vásquez Valcárcel
Cada vez que voy al estadio y veo en la galería de periodistas a tanto mequetrefe, improvisado, ignorante y malaleche recuerdo los años en que estaban frente al micrófono Augusto “Shicshi” Rodríguez Linares, Edman “Chicho” Vertiz Alarcón, Carlos A. García Ruíz, Miguel A. Villa Vásquez, Víctor “Misterdín” Velásquez Cárdenas, Antonio Guerra, Manuel “Shiwi” Vicente Vásquez Rengifo, Raúl Herrera Soria, Luís Barbarán Toullier y algunos otros. Eran apasionados pero se preocupaban por conocer sobre las cosas que iban a hablar. Los de hoy puede que tengan la misma pasión pero demuestran una mediocridad que mezclada con micrófono ya es un peligro público.
De todas las especializaciones la que más se ha ido al despeñadero periodístico ha sido la del deportivo. Con las excepciones que ratifica aquello de “cualquiera tiempo fue mejor” que el poeta español Jorge Manrique hace más de cuatro en las coplas a la muerte de su padre. Y esos personajes se atreven a pontificar sobre qué debe y no debe hacer un entrenador, un jugador y un dirigente cuando no tienen nociones de lo que es el fútbol actual tanto técnica como tácticamente. Pero si muestran deficiencias en esos aspectos al menos podrían alimentar a la platea con datos estadísticos que contribuyan al conocimiento del equipo que tenemos. No hacen nada. O, mejor dicho, hacen lo más fácil: hablar de lo que no saben y recomendar sobre lo que no conocen. Pero culpa no tienen ellos sino los que encargan responsabilidades para los que no están preparados.
Y aquí nuevamente los propietarios de los medios de comunicación tienen una tremenda responsabilidad. No sólo los propietarios. Corrijo. Los directores de programas que dan espacio a quienes no se merecen. ¿Acaso no vemos, escuchamos y padecemos cuando un periodista llegado de cualquier parte acepta convertirse en comentarista deportivo cuando no tiene vocalización ni conocimiento para opinar con cierta coherencia y sensatez? ¿No hay una fila de personajillos que deambulan por todo el estadio buscando las versiones de los hinchas para tapar huecos radiofónicos que en situaciones normales servirían para dar a conocer la hoja de vida de los jugadores, de los árbitros y de cuanto protagonista del partido aparezca por el Max? ¿Porqué se ha apelado en los últimos dos años a las “bocas baratas” en las transmisiones deportivas dejando de lado a quienes pueden dar opiniones sensatas que ayudaría a comprender el comportamiento de los protagonistas en un campo de fútbol? ¿Qué ha pasado con los viejos periodistas que no han sabido transmitir la capacidad narrativa mezclada con conocimiento a los jóvenes y no tan jóvenes que aparecen como sucesores de una especialización que provoca pasiones encendidas? Sólo escuchar la transmisión de un partido de CNI, padecer los comentarios expresados por los encargados es para ingresar al mundo de la mediocridad vocalizada en decibeles exagerados.
He dicho los directores porque he escuchado con vergüenza ajena cómo un personaje que debería estar jubilado para todo quehacer informativo balbucea barbaridades sobre el último partido de CNI. Y lo hace en un programa dirigido por James Beuzeville en Radio Diez que, sin duda, no sólo sabe más de fútbol que dicho personaje sino que expresaría mejor sus puntos de vista. ¿Por qué Beuzeville nos hace padecer con este personaje? Caben dos posibilidades: la primera, que lo coloca en ese espacio para que se evidencie la mediocridad del gremio deportivo y compruebe lo que el mismo James sabe desde que escuchó por primera vez a ese personaje: que no sirve para el oficio. La segunda, que es un acto caritativo hacia una persona que no tiene otro lugar donde desempeñarse y ancló en lo que nunca aprendió a hacer: comunicar. En ambos casos, como se verá, los oyentes llevamos la peor parte. El sujeto que tiene como comentarista deportivo el señor Beuzeville no pasaría de ser ayudante de campo en un partido entre “Buenas Peras” y “Pelotillehue” y cuyo apellido me resisto a escribir por vergüenza ajena y porque cierto pudor debo tener para teclear las letras de mis ancestros.
Si tan sólo nos dijeran, por ejemplo, que con Galván ya van tres jugadores que se lesionan en el Max al anotar un gol. “Primero le pasó a Sebasthian Yraola en un amistoso entre CNI y Alianza Atlético, y luego a Víctor Rossel en el CNI – Boys”. Dato que se puede obtener navegando por Internet, es decir de la manera más rápida y fácil. Si tan sólo nos dijeran cuántas veces llegó el equipo albo al área chica de Universitario o viceversa. Si nos explicaran cuál creen que fue el sistema empleado por Chalaca y porqué no funcionó para un triunfo. O nos ilustraran sobre el modo en que combinó titulares y suplentes el cabezón Reynoso. O si informaran que en los seis partidos que jugó CNI perdió frente a Universidad San Martín (que goleó 4 a 0 a Cristal), que perdió de local frente César Vallejo (que ganó de visitante a Alianza Lima en Matute) y que ambos lideran el torneo. Si dijeran que Universitario es un equipo consolidado para nuestro medio y que Llontop es tanto mejor que Fernández y que la pretemporada de uno no es ni la mitad del otro. Que empatamos en Arequipa al Melgar y lo difícil que es correr en la altura y que si bien eso no justifica una goleada en Huancayo no podemos pedir más porque hemos armado un equipo a la carrera. Es decir, tantas cosas importantes y de docencia para tratar y algunos sólo piden la salida del entrenador como si ya el año pasado no tuvimos que llamar a quien hoy quieren sacar para salvar la categoría. Claro, lo más fácil siempre es el recurso más utilizado. Y los periodistas nos podrían dar el perfil de cada jugador, de todo el cuerpo técnico. Pero se empecinan en pedir o que regresen los jugadores antiguos o que el entrenador coloque a loretanos juveniles que aún están en preparación. Y desconocen que esos jugadores que sirvieron el año pasado o en la Copa Perú no sirven para un trote profesional. O que los jóvenes loretanos recién inician un proceso que no puede quemar etapas porque se corre el riesgo de quemar a los propios jugadores. Y, para variar, nadie destaca la campaña de los juveniles porque aparte de las pasiones siempre los mediocres mirarán por donde sopla el viento y que hacer lo contrario es de los capaces y osados.
Así como añoramos y extrañamos la entrega del chejo Perales o los quiebres deslumbrantes de Nehemías Mera también se extraña la voz inconfundible de “Shicshi” para narrar no sólo el juego sino lo que sucedía alrededor de los partidos, la grandilocuencia que poseía “Chicho” Vertiz para sentir lo que transmitía, la moderación convertida a veces en crítica ácida de “Sachalimeño”, la tranquilidad para explicar las complicaciones estratégicas del negro Villa, la palabra transformada en verdad histórica de “Misterdín”, la voz comercial bien pronunciada de Toño Guerra, las expresiones emocionantes y apasionadas de “Shiwi” que aún después de los partidos de CNI provocaba escucharlo en vivo y en directo anonadados, los apuntes estadísticos de Herrera Soria que, lapicero y libreta en mano, nos decía a qué minuto falló el gol tal jugador o porqué salía un delantero y entraba un volante en un momento apremiante, las entrevistas casi simultáneas de Lucho Barbarán que sacaba alguna palabra hasta al entrenador más enojado por la derrota o al jugador más colérico por la expulsión injustificada. Tiempos aquellos, señores.
Hoy hay cientos de periodistas que se dedican al rubro –ojo que empleo a propósito la palabra rubro- deportivo y todos –talvez con excepciones como Rómulo Meléndez, Germán Torrejón y José Villacorta– carecen de vocación, preparación y dedicación porque han visto que la vuelta de al fútbol profesional es también la vuelta de ellos a un oficio para el que jamás se han preparado. Si escucho “Pórtico deportivo” concluyó que quienes han heredado el programa que fundó el padre agustino Silvino Treceño lo han hecho también con el odio que este curita entretenido prodigaba a CNI cuando lo mejor hubiera sido que hereden su afán por escribir y por darle cierta pauta al programa con secciones que provocaba escuchar, claro en la voz ya sea de Pepino Verea o Vaporito Yalta. La pasión de antes estaba mezclada con información y eso hacía del oficio algo respetable. Hoy está mezclada con mediocridad que ya la hace fatal. Tanto así que hasta los que no están en el rubro deportivo quieren dar lecciones de estrategia y táctica futbolística como si no sería suficiente padecimiento escucharles dar lecciones de buen comportamiento dentro y fuera de la cancha, y no me refiero únicamente a las que tienen césped verde, sea natural o artificial.
Me parece una lectura interesante el artículo que pone de manifiesto la calidad inconfundible de aquellas personas que supieron transmitirnos hace muchos años y,también, pone de manifiesto el punto de vista del autor cuando menciona en qué fallaron dichos hombres de prensa,no veo nada de malo en la forma de expresar su opinión.Salvo mejor parecer.
no es bueno que se expresen asi de los buenos y antiguos periodistas,,es mas deberian hacer un buen reconocimiento que nuestra region si tuvo buenos profesionales en le periodismo.. no como a hora que toda la ma{ana se pasan hablando lo que edito un periodico no pues,,,como pued ud hablar asi..que son mequetrefes..señor jaime vazques valcarcel sino sabes que hacer con tu vida lanzate al amazonas y haras un favor al mundo ..no tienes ningun derecho de hablar a si de estas persona ya que estan en el cielo.que bajo de su parte de escriir esto en su comentario de mequetrefes,,ud es el mequetrefe por escreibir cosas malas de esta buenas personas que trabajaron para la region …parace que ud es una persona envidiosa no debe tener esa trayectoria como lo tienen eso periodista bueno ya se fueron al cielo por mandato de dios,,a ud lo llevara el diablo…es muy malo…al ´poner esto en internet….
Debemos de armar el equipo del CNI, con gente Loretana, que se identifique y tenga mística de un buen Loretano y que quiera a su tierra.
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